I am a very naughty woman. I love that you play with me and we explore our best fantasies together.
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¡Hola! Soy Cherry tengo 20 años. Me considero una persona apasionada por el sexo una práctica que me fascina y que forma parte importante de mi vida. Para mí, el sexo no solo se trata de una forma de explorar mi sexualidad, sino también de establecer una conexión profunda con mi pareja. Me encanta experimentar diferentes dinámicas, ya sea asumiendo el rol de dominante y disfrutando del control, o entregándome por completo como sumisa y dejando que mi pareja tome las riendas. Cada encuentro sexual es único y me permite descubrir nuevas sensaciones y límites. Es una forma de expresión sexual que me llena de satisfacción y me ayuda a crecer tanto a nivel personal como en mis relaciones íntimas.
▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄ MIS RELATOS EROTICOS▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄
Era una noche aburrida decidí salir con unas amigas a una fiesta de pueblo, llegamos, bailamos. en eso se cruzo una mirada con la mía, un policía, fue impactante. Demore como dos semanas para localizar quien era. A los días yo le comenté a un amigo que trabajaba en el mismo lugar sobre las características que había visto en esa Persona, mi amigo me mostro una foto y le dije que si era él. Me dijo: es fulano, tiene tal rango, etc.… Mi amigo no se la aguanto y se lo comento a esa persona. de paso le dio mi número. Sin imaginarlo me llego un mensaje de “Hola”. Algo me decía que era él. Efectivamente si lo era, conversamos por horas y nos veíamos en la calle, pero en lapso cortos de tiempo. Al mes estaba trabajando, salió de su turno y me llamo eran las dos de la madrugada. Me dijo: Hola, puedes salir Le respondí: pasa por mí. Sali sin que nadie se diera cuenta, la adrenalina estaba altísima. Me dijo: ¿dónde te llevo? Yo estaba tan caliente que si me decía hay en el carro yo iba a acceder. Traía puesto el uniforme y créanme eso me puso más hot. Era mi fantasía total. Le respondí: no puedo ir lejos me e escapado. Cerca del lugar había lotes vacíos donde las personas se estacionan a conversar. Conversamos un rato, nos dimos un beso demasiado largo, me acaricio suavemente el muslo, fue subiendo hasta llegar a mi cintura y me apretó, fue tan excitante. Sentí temor, puesto que es en un hombre mayor, era algo nuevo para mí estar con un señor, estaba insegura de hacerlo. Sali deprisa y me coloque en la parte trasera del auto, no tenía a donde ir estaba oscuro. El se bajo del auto y me abrazo diciendo, no te va a pasar nada malo, confía en mí. Volvimos a besarnos y su mano entro en mis cenos apretándolos como si fuesen de su propiedad, con la otra mano me tomo de la cintura y fue quitándome la ropa, me agarro y volteo contra el auto. Se agacho y empezó a jugar con mis partes, haciéndome venir tan fácilmente. Estaba bien húmeda, escuche como su cinturón se soltaba. Tomo mi cabello como si fuesen unas riendas Y de un golpe me penetro, haciéndome soltar un gemido de pasión y dolor.
Eran movimientos coordinados, donde sabia exactamente como hacer y como tocarme para hacerme explotar. Me corrí al menos unas 4 veces antes de que el me dijera que terminaría. Me dio un par de nalgadas antes del terminar, soltó él unos gemidos únicos, en si jamás había escuchado a un hombre quejarse rico y eyaculando dentro de mí con el preservativo. Sentí como su pene se movía al terminar. Nos limpiamos, vestimos, me llevo a la casa y nos despedimos. Juro que esa noche no dormí pensando en él. Ese mismo día a las 12 del medio día me llega un mensaje. Él decía: mami que te parece si terminamos lo que comenzamos ayer. Yo respondí: me parece muy bien, pasas por mí. El me responde: listo voy por ti. Llego en unos 10 minutos. Nos saludamos con un beso en la mejilla, pero sabiendo el deseo que nos teníamos. Me llevo a la habitación #14 de un lugar de acciones. Al entrar vi una silla donde se hace bondage y todo tipo de juegos BDSM. Me gusto la idea me encantaba la idea de esos juegos, solo que no lo había experimentado. Entramos nos dimos un baño de deseo sin tocarnos, solo nuestras miradas admiraban el cuerpo de cada uno. Salimos me tomo fuerte del brazo y me beso, me hablaba dominantemente. Me empujo contra la cama y jalo de mis pies hacia él. Fue tan rápido que solo alcance agarrar la almohada para taparme el rostro, estaba asustada. Abrió mis piernas de una sola y me quito la almohada. Diciendo: quiero ver tu rostro. Lo mire aterrada y el me miro con un poder dominante. Beso mi ombligo y fue bajando. Miro mis partes fijamente admirándola, mi corazón iba a mil. Sentí como sus dedos iban bordeándome la chocadita, me la abrió con sus dedos y su lengua empezó a recorrer mi toti húmedo, con su pulgar me masajeaba el clítoris mientas que su lengua y otra mano me tocaban, en poco tiempo logré correrme en su boca. Me dijo: ya te estoy conociendo. Me arrecho tanto que le dije: métemelo, métemelo. El me dijo fijamente y serio: pídeme por favor. Le dije: por favor métemelo, no aguanto más. Se levanto y como se masturbo brevemente. Abrió mis piernas y entro entre ellas. Me tomo por el cuello y me penetro bruscamente, hasta que me empujé hacia arriba buscando escapar y el sabio como me tenía por el cuello no pude hacer mucho. Empezaron a moverse tan rico que ya el dolor era solo placer después de darme 5 minutos, se levantó, tomo mi cabello y me puso a chupársela, ese pene tenia algo especial era distinto o no se que era. Jajaja, pero me impacto parecía adictiva solo quería mamársela. Me levanto, me puso de espalda hacia él, tomo mis manos y lo puso detrás como si me fuese a esposar. Me empujo contra la cama, tomo mi cintura y la alzo hacia su cuerpo. Con una mano me agarraba las manos mías y con la otra envolvió mi cabello como si fuese soga. Pensé: ahora si me mato. Cerré los ojos para aguantar el golpe. Esta ves lo introdujo con suavidad, imagino que el veía como iba entrando. Empezó a bombearme más y más. Le grite: suéltame voy a explotar El me grito: eso quiero… Trate de soltarme, pero no podía, siguió cogiéndome en esa posición me iso venir 3 veces. Estaba débil, me soltó y me dio dos nalgadas. Podía escucharlo reír, Diciéndome: eres una niña, no que querías experiencia. Yo Me tape la cara. El tomo agua y volvió a alarme por los pies. Sentía mi conchita inchada y adolorida. Me llevo a la silla que estaba en la entrada, tomo sus esposas me las puso en las manos y con su suéter iso una especie de soga, que quedaban arriba de mí. Me dijo: relájate. En esa silla me iso de todo lo que le dio la ganas, no pude hacer mas que disfrutar. Yo explotaba como si fuese grifo. Me manipulaba el ano, pero sin penetrar. Le dije: por ahí no por favor. El respondió. No te preocupes eso será otro día. Volvió a introducirme su pene y ya era algo mixto entre suave y duro. Me dijo: ahora nos vendremos juntos. Que rico empezó a cogerme, es como que tuviese todo planeado. De tanto darme ya sentí que no podía, lo empujaba para sacármelo, pero la fuerza de él era más, se introdujo en mi cuello, gimiendo tan varonilmente y como magia, pufffff explotamos ambos a la vez, fue sorprendente. Nos quedamos un rato acostados descansando, me dice luego bañemosno. No podía ni caminar de cómo me había dejado. Nos bañamos, nos abrazamos, nos vestimos y nos fuimos. Han pasado tres años y seguimos con el mismo deseo de la primera vez. No somos pareja, pero tampoco entra nadie a nuestras vidas.
El hombre, de pie frente a la mujer, atrasa su brazo y luego lo suelta con nervio hacia adelante, golpeando su puño contra el estómago de la mujer quien se dobla y cae al suelo acompañada de un grito de dolor. Se han conocido hace media hora, en un bar, ahora están en la casa de él, en una buhardilla acondicionada como mazmorra. La mujer, en el suelo, comienza a llorar. El hombre la coge del pelo y la arrastra hasta una esquina donde le arranca la ropa. La mujer intenta resistirse, pero el hombre sigue golpeándola por todo el cuerpo mientras hace jirones de la tela, arrancándola, rompiéndola, destruyendo cualquier atisbo de lo que la mujer era antes de entrar allí. La mujer queda desnuda en el suelo, el hombre la observa. ¿Quién es ella? Se han encontrado media hora antes, en un bar, apenas han cruzado cuatro palabras para confirmar lo que llevan hablando durante semanas. Se han enviado decenas de correos electrónicos acordando lo que va a suceder. Lo que ahora mismo está sucediendo. La mujer tiene alrededor de cincuenta años, es alta y delgada, hermosa, aunque su rostro refleja un cansancio que ningún maquillaje puede ocultar. Lleva casada treinta años, todo ese tiempo cuidando de su marido, de sus tres hijos, de su casa, ocupándose cuál perfecta cenicienta de que los demás alcancen la felicidad a costa de la suya propia. Deseando que llegue un día en que alguien haga realidad lo que sucede en sus sueños. ¿Por qué cada noche sueña con ser, humillada y golpeada por un desconocido? Desde hace demasiados años que esa fantasía la posee, sin poder escapar a un deseo ahogado por las circunstancias. Hasta hoy. La mujer encontró a ese hombre en internet, una noche que, desde su teléfono móvil y sentada en la taza del lavabo, navegaba por páginas y más páginas de temática BDSM. Durante semanas se ha intercambiado correos electrónicos con ese desconocido, contándole sus sueños, negociando cuanto sucederá. La realidad del compromiso es más simple de lo que habría imaginado: nada de golpes en la cara, nada de sangre, nada de marcas. El hombre la está golpeando en el estómago, retuerce sus extremidades, tira con fuerza de su pelo, la escupe, la abofetea. Nada de todo eso le dejará marcas, pero desea más. Desea que aquel desconocido la use sin contemplaciones. Ahora, desnuda y atada a una mesa, boca abajo, espera que suceda cuanto ha fantaseado que suceda, cuanto han acordado. Y sucede. La mujer cierra los ojos mientras varios vibradores entran en su boca, en su coño, en su culo, todos al tiempo, cada vez más grandes. El amo le escupe en el rostro mientras le recuerda que ella es solo un objeto. La mujer llora de emoción, llora de alegría. Siempre ha sido un objeto para ser usado por los demás, pero ahora sucede por decisión propia. De repente los vibradores salen de su cuerpo y puede sentir al amo colocándose sobre la mesa, encima de ella. La mujer aprieta los dientes, va a suceder. Durante toda su vida se ha negado a que ningún hombre la sodomizase, negándose a que utilizasen su culo para el placer ajeno. No por miedo al dolor, no por miedo a la humillación, la clave de su negativa, de la misma manera que la llave de su placer es infinitamente más simple. Ha estado toda la vida evitando ese momento con personas comunes, esperando que llegase la persona adecuada. Y ahora está ahí, abriendo sus nalgas y escupiendo en su culo, dispuesto a penetrarla analmente. En sus fantasías, la mujer se retuerce de dolor mientras un desconocido la sodomiza con fuerza. En sus fantasías la mujer, resignada, llora de dolor mientras alguien usa su culo. Desea con todas sus fuerzas que eso suceda, pero regalarle su culo a su marido habría sido una pérdida de tiempo. En primer lugar, porque su marido no lo merece y en segundo lugar porque con su marido no se hubiese sentido libre para llorar, gritar o retorcerse de dolor. Que es cuanto desea que suceda ahora mismo. Y entonces sucede, la mujer comienza a sentir como el pene de su amo se abre paso en su culo virgen y lo hace poco a poco, aunque con decisión, sin detenerse. La mujer puede sentir cada centímetro de aquel pene abriéndola en canal. Un dolor y una sensación que son indescriptibles. La mujer ahoga un grito y se muerde los labios. No puede escapar, esta desnuda y atada boca abajo en una mesa de madera. ¿A cuántas mujeres habrá sodomizado antes en esa mesa? ¿A cuántas habrá golpeado, humillado o usado? Qué más da… ahora es ella la protagonista de esta historia. Puede que, a muchos, el hecho de que un desconocido te desvirgue analmente en una sórdida buhardilla no signifique más que eso. Pero para ella, que lleva esperando toda su vida, lo significa todo. La mujer aprieta los dientes mientras el hombre comienza a sodomizarla con fuerza, lo nota encima de ella, su sudor cayendo sobre ella, rompiéndola con su pene en dos pedazos, rajándola metafóricamente de arriba abajo. Da igual quien sea ese tipo, poco importa el lugar o el momento. Lo único importante es que ha llevado a la realidad su fantasía. Y ahora sabe que es exactamente lo que había soñado, lo que había deseado. El hombre da una última embestida mientras tira de su pelo con fuerza, la mujer se arquea de dolor y lanza un grito, es insoportable, pero quiere más. El hombre jadea mientras algo caliente inunda las entrañas de la mujer. El amo se ha corrido en su culo. El final de una pesadilla que para ella es un sueño. Un sueño que espera que se repita otra vez. Y otra.
Llegué al centro comercial vestida como él me pidió, minifalda vaquera y una camisa blanca. No tardé en llegar a la cafetería en la que habíamos quedado, él ya me estaba esperando, sentado en una mesa, miré el reloj nerviosa, pensando que me había retrasado y temiendo el posible castigo que me caería, pero no… había sido puntual, por suerte. Me acerqué a él. -buenos días señor, ¿qué quiere que le pida para tomar? -buenos días, princesa. Siéntate, hoy quiero que estés tranquila, y dejaremos que el camarero haga su trabajo. -como usted quiera- contesté, poco convencida, sentándome enfrente de él y pensando que sería lo que me esperaría este día y en por qué no había querido que yo le sirviera. -te noto seria, y nerviosa, ¿a qué se debe?-me preguntó, odiaba que me hiciese esas preguntas, lo odiaba porque sabía que él conocía el motivo, y sin embargo, nunca perdía ocasión para preguntarme. -sabe que la incertidumbre me mata, y más cuando me lleva avisando que este día sería muy importante y que no puedo fallarle…- se lo dije en un tono un poco seco, llevaba mucho tiempo hablándome de este día y de que no soportaría que le fallase, más que nada porque no le había fallado hasta ahora, me había entregado totalmente y había soportado las sesiones, los castigos y todos sus caprichos, que no eran pocos, muy pocas veces lo había desobedecido, y creo que estaba bastante satisfecho conmigo, así que ese comentario sobraba. -pues sabiendo lo importante que es este día podías quitarte un poco la soberbia que tienes y hablar con mejor tono. -vale – ya se estaba poniendo borde, y eso hacía que yo me enfadase más, si sabía que este día sería importante, lo necesitaba más cercano y más amable que nunca. – ¿cómo que vale, zorra? ¿Se te ha olvidado ya como debes hablar? Vaya… empezamos bien, ganas me dan de irme y de dejarte sola, seguro que hay otras perras que apreciarían más que yo esté dispuestas a educarlas. – perdóneme, señor – sabía que debería de haber dicho «perdone a su perra, señor» pero todavía no había sido capaz usar esas frases en sitios públicos, por suerte vino el camarero y la tensión se bajó, yo estuve todo el tiempo con la cabeza baja, una vez que nos sirvió nuestras bebidas y el camarero se fue, mi Amo cambió de sitio, se sentó a mi lado y me abrazó. -tranquila, preciosa, se que lo vas a hacer bien… mira, tengo un regalo para ti- me dijo, mientras me entregaba una caja pequeña envuelta- los he encargado para ti, está hecho específicamente para ti, guárdalo en el bolso, y cuando nos terminemos esto y nos vayamos lo abrirás. -gracias, señor- le dije, entre nerviosa, guardándomelo en el bolso, sin entender por qué me lo daba ahora, ni porque no podía abrirlo, pero no pregunté, sabía que no debela preguntar. Empezamos a tomar nuestras bebidas, y a hablar de cualquier cosa, me relajé, y hasta olvidé lo que tenía guardado en el bolso, hasta que mi Amo me dijo que había llegado la hora de irnos y me pidió que abriese mi regalo, los nervios volvieron a apoderarse de mi y empecé a temblar mientras tenía el pequeño regalo entre mis manos… lo abrí, era una caja de una joyería, y dentro tenía unos aros, uno con mis iniciales y otro con las suyas, de oro blanco, preciosos -¡¡gracias, señor!! –le dije, mientras empezaba a quitarme los pendientes que llevaba para ponerme los nuevos. -¡Espera! Me alegro que te hayan gustado, pero… no son para tus orejas, princesa Me quedé blanca, mirándolo seriamente esperando que me dijese que era una broma… pero no… no era una broma. -¿ves ese local de enfrente?- me dijo señalando una tienda donde ponía piercings-Guarda los pendientes, vamos a ir a que te los pongan, y… sabes que quiero que te portes bien, se que estas preparada para esto, así que tranquila, que yo voy a estar a tu lado, y sabes que nunca dejaré que te pase nada malo- siempre me hacía esta aclaración cuando aumentaba la intensidad en mi adiestramiento o hacía cosas nuevas, aunque la verdad, no hacía falta que lo hiciese, ya sabía que él me cuidaría y que no me pasaría nada- si quieres, podemos esperar un poco… pero yo creo que lo mejor es entrar directamente- me miró, y no contesté, estaba demasiado asustada para hablar, él me abrazó, y me besó- ya que no dices nada… vamos a entrar ya, ¿vale? Y… demuéstrame que eres la mejor perra del mundo, ¿eh?- agaché la cabeza y me quedé callada, pensando que quizás así me libraría de pasar por eso- Nerea… contesta, por favor, ¿entramos ya? ¿quieres hacerlo? Sabes que siempre puedes parar… -no, señor, entremos ya, quiero hacerlo- no se por qué dije eso… si estaba deseando irme de ahí y que no me hiciesen nada -bien, sabía que contestaría eso, entremos pues.
Entramos al local, yo me puse a mirar a todos lados, nerviosa, buscando una puerta de escape, cuando apareció el encargado, pensé que ya empezaba mal la cosa, ya podría ser una mujer la que se encargara de eso. -buenos días -hola- dijo mi Amo- veníamos porque la chica quiere ponerse unos pendientes en los pezones, nena, enséñaselos –me temblaban las manos, y como pude abrí la caja y le enseñé los aros- ¿podrán ponérselos? -claro, nos dedicamos a eso, ¿quieres hacerlo ahora mismo?- me miraba a mi, pero yo me quedé callada hasta que mi Amo me dio un codazo -si, ahora- dije, con la voy entrecortada -bien, pues pasen a la habitación del fondo y que la chica vaya desnudándose, mientras voy cerrando la tienda. Mi Amo me cogió de la mano y me condujo hasta la habitación, me imaginé mentalmente un cuarto de tortura… era una sala blanca con una especie de camilla en el centro, me pregunté si cumplirían todos los requisitos de sanidad, pero luego pensé que mi Amo no me llevaría a cualquier sitio, así que me quité esa idea de la cabeza. -desnúdate, preciosa- me ordenó mi Amo, me quité la camisa y el sujetador y las dejé sobre una silla, y me senté en la camilla- ¿no te quitas nada más? ¡¡Vamos a darle una alegría al encargado, desnúdate entera!! -señor, por favor, no- me temblaba la voz -jajajaja, era broma zorra, pero me lo apuntaré para la siguiente vez. El encargado entró por la puerta y empezó a abrir y cerrar cajones cogiendo lo necesario. -ve tumbándote en la camilla- me dijo el encargado. -mire que tetas tiene, y ya viene preparada con los pezones bien duros- dijo mi Amo, que no desaprovecha ninguna ocasión para humillarme, en otra situación me hubiera puesto colorada, pero ahí, con el sudor frío recorriendo todo mi cuerpo, me imaginé más blanca que la pared. -si, son preciosas- el encargado se veía un tanto incomodo- voy a ponerle esta crema anestésica para que le duela poco. -no se la ponga, la pobre es alérgica a los anestésicos y podríamos tener muchos problemas, ella aguanta bien el dolor, además, he traído algo para que no grite y le espante a la clientela- decía mi Amo mientras sacaba de su bolsillo una mordaza. -¿estas segura que quieres hacer esto? Sin anestesia va a ser muy doloroso y desagradable, -si, estoy segura- dije, temblando por el miedo, y acto seguido mi Amo me puso lo mordaza y cogiéndome las manos me las puso a ambos lados de la camilla, sujetándomelas con fuerza. -si, es una buena idea que la inmovilice, si no te importa- me dijo mirándome a la cara- voy a subirme encima de tu cintura, no se si de otra forma podría controlar tus movimientos- asentí y el encargado se subió encima mío.
Empezó a tocar mis pezones. Yo temblaba, intentaba mirar a mi Amo, transmitirle que no estaba preparada para eso, pero él parecía encantado, me besaba la frente y me decía lo orgulloso que se sentía de mi cuando sentí el primer pinchazo en el pezón derecho, grité más fuerte que nunca, por suerte, la mordaza amortiguó gran parte de mi grito… tras punzarme empezó a toquetearme el pezón, no quise mirar, tampoco habría visto mucho con los ojos llenos de lágrimas como los tenía, pero supuse que me estaba colocando el aro. Nunca podré describir el dolor y la sensación que invadió mi cuerpo, tuve miedo de marearme, y, aunque me duele reconocerlo, empecé a odiar a mi Amo por hacerme pasar por tanto dolor. Todavía sin recuperarme del dolor que tenía en mi pezón derecho noté como el encargado tocaba el izquierdo, esta vez me defendí, no quería pasar por lo mismo, y me revolví como puede en la camilla, de hecho faltó muy poco para que tirase al encargado de encima mío. -se mueve como un toro, la muy zorra- le dijo mi Amo al encargado, y ahora susurrándome a mi me dijo- has entrado voluntariamente en la tienda, sabías lo que te esperaba, has entrado y has afirmado que querías hacerlo, así que deja de hacer el tonto, porque por las buenas o por las malas saldrás con los dos pezones anillados. Tú sabrás lo que te conviene. Dejé de moverme tras escucharlo, y sentí como el volvía a apretarme las manos, no solo para inmovilizarme, sino también para transmitirme su fuerza, así al menos lo interpreté yo, le dijo al encargado que podía seguir y este le hizo caso, y mientras mi Amo me decía que me quería me perforaron el segundo pezón, esta vez, no se si porque se juntaba el dolor que aun tenía en el otro pezón, me dolió mucho más, empecé a sentirme más débil, con nauseas y mareada, por suerte pronto noté que ya tenía puesto el aro y que ya había acabado todo. Mi Amo me acaba de soltar las manos y estaba acariciándome la cara, mientras me quitaba la mordaza, me hubiera gustado que me la dejase puesta para que el encargado no escuchase mis gemidos de dolor. -se le han quedado preciosos- dijo mi Amo al encargado. -si, ganan mucho unos pezones anillados… déjela que se recupere unos minutos, sería buena idea que le diera un analgésico, yo voy a abrir de nuevo la tienda, quédense el tiempo que haga falta. Dicho esto el encargado salió de la habitación, y mi Amo se tumbó, como pudo, al lado mía abrazándome, yo todavía estaba temblando y no podía ni decir nada… me encantaba esa sensación tras las sesiones, cuando él me cuidaba y me protegía… al cabo de unos minutos, habló -¿cómo te encuentras princesa? -bbiiennh- contesté como pude -jajajaja, ¡que poco convencida suenas, pequeña! Poco a poco te irás reponiendo… pero dime, de verdad, ¿cómo te sientes?-parecía que no había pillado mi indirecta de que no quería hablar, ni quería… ni podía… -estoy… un poco… mareada…- me abrazó más fuerte -¿puedo dejarte sola unos minutos para salir a comprar una bebida que te espabile? -NOO –le grité, y bajando el tono y abrazándome a él le dije- por favor, no me deje sola ahora. -está bien, bicho. No se cuanto tiempo estuvimos abrazados, pero el que fuese a mi me pareció insuficiente, noté como mi Amo se levantaba y me decía que debíamos de irnos, me ayudó a incorporarme y entonces si me atreví a mirar mis pechos, es cierto, estaban preciosos, pensé que un poco, pero no… -¿te gustan? -si, señor -¿sabes lo que simbolizan? -no… no, señor- respondí extrañada -simbolizan tu pertenencia, más que el collar, que solo lo puedes llevar en la intimidad, los llevaras siempre, es, por así decirlo, como los anillos de los matrimonios, esta es mi señal de que ya has pasado el periodo de prueba… no es nada permanente, podrías quitártelos cuando quieras… aunque, espero que nunca te lo quites, porque quiero que siempre seas mía, mi perrita, te quiero.
-gracias, señor- le dije, emocionada, abrazándome a él. Me vestí, y salimos de la tienda, no sin antes agradecerle (y pagarle) al encargado por su trabajo, y fuimos a la cafetería de antes, donde me senté y mi Amo me sirvió, sin dejar que lo hiciera el camarero, un café y un gran pastel de chocolate -te vendrá bien para espabilarte la cafeína, y el chocolate para animarte y recuperarte un poco. -gracias, señor- le dije, aunque tenía el estómago revuelto y lo ultimo que me apetecía era comer, aún así, me lo comí todo, y ciertamente, me sentí muchísimo mejor -tomate este analgésico- dijo, pasándome un comprimido de naproxeno- y ahora… no veas como me has puesto mientras te poníamos los anillos, zorra, necesito usarte, así que ve a los servicios y esperame completamente desnuda. -pero…¡señor!- dije, intentando que comprendiese que no era el momento más apropiado, pero no me dejó terminar. -eres mi puta, te usaré cuando quiera y donde quiera, ¿acaso no lo sabías cuando te entregastes a mi? ¿no querías ser mi puta? -si, señor, lo siento- dije, agachando la cabeza -pues ya estás tardando, ¡haz lo que te he dicho, zorra! Hice lo que me pidió, me metí en los servicios, me desnudé y al poco alguien tocó a la puerta, abrí, con el miedo de que no fuese mi Amo, pero ahí estaba él, sonriendo y decidido, entró rapido y sin miramientos me puso mirando para la pared, sacando otra vez la mordaza del bolsillo, me la puso, y noté como se sacaba el cinturón de los pantalones, sabía lo que me esperaba -te has portado bien, zorra, pero sabes que me gustan que obedezcan a la primera, sin peros- dijo, mientras soltaba el primer azote- como a ti te hubiera gustado que te follase directamente- vino el segundo azote- pero mira por donde, me gusta azotar a mi perra- y el tercer azote- y mucho más en un sitio donde nunca lo he hecho- y siguió azotándome, hasta que se cansó y me sodomizó, sin aviso, a lo bestia, aunque me dolía, empecé a disfrutar con cada embestida, no tardó mucho, pronto noté que estaba a punto de correrse, pensé que mi suplicio acabaría pronto, pero me tenía guardada una segunda sensación, que fue cogerme las tetas y apretarme fuertemente mis doloridos pezones mientras se corría. Se me doblaron las piernas, y si no llega a cogerme me hubiera caído. Se quedó dentro de mí, abrazándome y besándome poco tiempo, en seguida salió y me dio su polla para que se la limpiara, me dijo que le diese mis bragas y salió del servicio. Me vestí, arreglándome como pude, y salí del servicio… no me gustaba nada la sensación de estar con el semen de mi Amo saliendo de mi cuerpo y sin ropa interior, pero sabía que a él le gustaba tenerme así. Al salir me lo encontré pronto, y me dio un calido beso, mientras me cogía de la cintura y paseamos hasta el coche, y ya, una vez en la casa, me cuidó y me besó, cuidándome como sólo él sabe hacerlo.
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