Travestí
Tomado del francés travestir (derivado a su vez del italiano travestire, que significa "cambiarse de ropa", lo cual, como mínimo, es sugerente). Un travesti es la persona —a menudo un hombre en las escenas de los juegos eróticos— que viste la ropa del sexo opuesto. No solo para una despedida de soltera o para un disfraz, no, sino para explorar, jugar, a veces difuminar los códigos, y a veces simplemente porque un vestido rosa encaja bien con la personalidad.
El travesti, en el mundo de los juegos eróticos y la fantasmagoria humana, es una especie de mago del deseo: alguien que manipula ropa, actitudes, accesorios e identidades para borrar deliberadamente sus huellas. Vestido como una mujer (aunque a veces al revés), el travesti juega con las percepciones: ya no vemos una identidad única, sino facetas, emociones, gestos que evolucionan, como si fueran a través de un espejo. No es necesariamente cuestión de imitar a una mujer (o a un hombre, en otras configuraciones), sino a veces de redefinirse por un momento en otra piel — o más bien en otra túnica.
El travesti en los juegos eróticos puede desempeñar un papel central. Él lidera, emociona, puede ser el dominado, el dominador, o a veces la extraña mezcla de ambos. Lo que fascina en esta forma de puesta en escena no es tanto el atuendo en sí (aunque actúe, oh sí), sino esta idea de transgredir las normas de la mirada, de permitir que otra versión de uno mismo entre en juego.
Y no pienses que siempre es algo muy serio. El travesti también puede ser una broma sensual, una parte deliciosamente provocadora del humor, donde burlarse del género se convierte en un arte. Alguien con vestido que posa, con un moño bien educado, puede provocar un ataque de risa y una tensión amistosa.
A nivel estético, es el artesano del detalle: la liga bien colocada, la peluca perfectamente alisada, la boca demasiado roja para ser discreta, la voz modulada lo justo para mantener el misterio... Una mezcla de glamour, teatro y puesta en escena asumida. El travesti convierte la fantasía en un banquete visual, sonoro y a veces incluso gestual. Nada se deja al azar: todo está diseñado para que la imaginación vuele libre.
Pero más allá de los juegos de identidad y las fiestas de disfraces, también es una herramienta erótica que libera fantasías, que libera el juego de una cierta norma, de un código rígido. Por tanto, el travesti es quien cambia: apariencia, imagen, expectativas, pero también los propios juegos. El que nos recuerda que el deseo se alimenta de matices, contradicciones y sorpresas — y que, en el fondo, el juego es mucho más emocionante cuando las reglas ya no son tan estrictas. Es una figura de libertad, creatividad y, a veces, pura audacia. Una invitación a descarrilar, a explorar las zonas grises, a encontrar placer en lo inesperado.
En Xlovecam, a muchas modelos les gusta travestirse y encuentran excitación sexual en ello. El travestismo es algo especial y siempre es muy emocionante ver un programa por webcam.
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