ShantalaKrisha

🌹🧡Shantala Krisha🌹🧡

 

Hola, me llamo Shantala Krisha Nacer en Arabia Saudita es crecer inmerso en una cultura profundamente arraigada en la fe islámica, en tradiciones milenarias y en un sistema social que, desde la infancia, moldea la identidad individual y colectiva. La vida en el Reino Saudita gira en torno al islam, que no solo es una religión, sino también una guía completa para la vida diaria, determinando desde el modo de vestir, hasta la manera de comportarse, hablar y relacionarse. En Arabia Saudita, la mujer ha tenido históricamente un rol reservado, muchas veces limitado a los espacios familiares o domésticos. Aunque en los últimos años ha habido cambios importantes y mayor apertura —como el derecho a conducir o a asistir a ciertos espacios públicos—, muchas costumbres siguen siendo estrictas. Las normas sobre el recato, el uso obligatorio de la abaya (vestimenta larga) y la separación de géneros en espacios públicos siguen presentes en buena parte del país. El respeto, la modestia y la obediencia a los valores familiares son pilares inquebrantables de la sociedad saudí. Crecí bajo estos valores, que con amor y convicción mi familia me inculcó, y por los que siento un profundo respeto. Sin embargo, el deseo de trazar un destino distinto, de explorar otros caminos, me llevó a Panamá —un país que, aunque distinto, también acoge con calidez y color a quienes lo habitan. Panamá es un país de espíritu libre, mestizo, caribeño, donde convergen muchas culturas y religiones. Aquí, la vida se vive con más soltura: las mujeres pueden vestir como deseen, opinar libremente y tomar decisiones sobre su futuro sin las mismas restricciones sociales o religiosas. Es común ver a personas de distintos credos, estilos de vida y orígenes convivir en armonía. La música suena alto en las calles, la risa es abierta, y el ritmo de vida se siente más relajado. En Panamá, una mujer puede estudiar lo que desea, trabajar en cualquier ámbito, salir sola, conducir, bailar, viajar sin autorización de un tutor masculino, e incluso expresar su opinión abiertamente en espacios públicos. Todo esto contrasta con las limitaciones que, cultural y religiosamente, aún persisten en muchas regiones sauditas. Pero no todo es diferencia. Ambas culturas valoran profundamente a la familia. En Arabia Saudita, la familia es el centro de todo, un lazo sagrado que no se rompe. En Panamá, aunque de manera más flexible, también se cultiva el amor y el respeto familiar. Ambas culturas también comparten hospitalidad, generosidad y un sentido del honor que trasciende generaciones. Hoy, viviendo entre dos mundos, llevo conmigo lo mejor de ambos: la firmeza de valores que me dio mi crianza saudita y la libertad de elección que me ofrece la sociedad panameña. No se trata de abandonar una cultura para adoptar otra, sino de crecer con una identidad híbrida, fuerte, que me permite honrar mi origen sin dejar de construir mi propio futuro.

Hola, soy estudiante de Enfermería, una carrera que me llena el alma porque me permite hacer lo que más me apasiona: cuidar, acompañar y brindar ayuda a quienes lo necesitan. Creo profundamente en el valor de la empatía, y eso se refleja en cada aspecto de mi vida. Me considero una persona dulce, respetuosa y con una mente abierta. Disfruto conversar, escuchar, y compartir momentos significativos con personas que tengan algo que decir y, sobre todo, algo que sentir. Me encanta conocer nuevas culturas, aprender idiomas y descubrir las pequeñas cosas que hacen único a cada ser humano. Estoy aquí para disfrutar de buenas charlas —coquetas, divertidas y con un toque de profundidad—. Si buscas una conexión real, con alguien que pueda brindarte atención genuina, energía positiva y una experiencia diferente, creo que este es un buen lugar para empezar. Más allá de las palabras, creo en los gestos, en las conversaciones que fluyen y en las conexiones que simplemente... se sienten.