mi fortaleza es poder despertar tu deseo solo con mi cuerpo y la mirada sabrass que mi cuerpo te hara sentir maravillas escuchando mi voz cuando gimo por ti, solo quiero ver tu rostro lleno de deseo mientras tu polla se llena antes de venirte
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🌺Hola mi nombre es Natha suelo ser una persona comunicativa y de mente abierta leal y apasionada, atrévete a conocerme podemos explorar placeres sensoriales y una gran amistad . Aquí no hay prejuicios así que sientete libre de ser tu versión más real conmigo . Practico la ley de la reciprocidad,amo aprender cosas nuevas y conocer nuevas culturas.
🌺Hello, my name is Natha, I am usually a communicative and open-minded person, loyal and passionate, dare to meet me, we can explore sensory pleasures and a great friendship. Here there are no prejudices so feel free to be your most real version with me. I practice the law of reciprocity, I love learning new things and getting to know new cultures.
I am a girl who loves eroticism, kind and fun. I am fascinated by sports, animals, traveling and discovering new cultures.
♦ I am studying.
♦ I like Urban music.
♦ My sexual satisfaction is Doggy Style
♦ My zodiac sign Gemini
♦ June 03 is my birthday
♦ I have Blue eyes
♦ I have black hair
♦ My weight is 45 kg and
♦ My height 1.50 cm
🔥🔥Soy una mujer que se caracteriza por ser extremadamente coqueta y pícara. Mi personalidad irradia un encanto juguetón y un toque de provocación que a menudo resulta irresistiblemente atractivo.
Mis gestos y movimientos son igualmente seductores. Puedo jugar con mi cabello, morderme el labio inferior o lanzar miradas traviesas que comunican mi interés y deseo de manera lúdica. Disfruto coquetear de manera creativa y hacer que las personas se sientan especiales y deseadas. En las conversaciones, mi picardía brilla. Utilizo el doble sentido y las insinuaciones con un toque de humor, manteniendo una atmósfera ligera y divertida. Me gusta sorprender a las personas con comentarios inesperados y coquetos que agregan un toque de emoción a la interacción. 🔥🔥
🔥🔥I am a woman who is characterized by being extremely flirtatious and mischievous. My personality radiates a playful charm and a touch of provocation that is often irresistibly attractive. My gestures and movements are equally seductive. I may play with my hair, bite my bottom lip, or cast mischievous glances that playfully communicate my interest and desire. I enjoy flirting creatively and making people feel special and desired. In conversations, my mischief shines. I use double meanings and innuendos with a touch of humor, maintaining a light and fun atmosphere. I like to surprise people with unexpected and flirtatious comments that add a touch of excitement to the interaction. 🔥🔥
💃🎶Soy una mujer apasionada por el baile. La música me lleva a moverme con gracia y pasión, y considero el baile como una forma de expresión personal que me permite liberar emociones y conectarme conmigo misma. Disfruto de una variedad de estilos de baile y encuentro alegría en compartir esta pasión con amigos y seres queridos. En resumen, el baile es una parte esencial de mi vida y una forma de vida que me llena de alegría y satisfacción.💃🎶
💃🎶Je suis une femme passionnée par la danse. La musique me fait bouger avec grâce et passion, et je considère la danse comme une forme d'expression personnelle qui me permet de libérer mes émotions et de me connecter avec moi-même. J'apprécie une variété de styles de danse et trouve de la joie à partager cette passion avec mes amis et mes proches. Bref, la danse est une partie essentielle de ma vie et un mode de vie qui me remplit de joie et de satisfaction.💃🎶
💃🎶I am a woman passionate about dancing. Music makes me move with grace and passion, and I consider dance as a form of personal expression that allows me to release emotions and connect with myself. I enjoy a variety of dance styles and find joy in sharing this passion with friends and loved ones. In short, dance is an essential part of my life and a way of life that fills me with joy and satisfaction💃🎶
Caliente y espontánea,natha hace realidad virtualmente tus fantasías más profundas. Muéstrale lo especial que eres y ella te mostrará sus muchas especialidades. A la señorita Jacobs le encantan las conversaciones informales e invita a la gente a celebrar los buenos momentos en sus shows de cámaras de sexo.nathasha tiene grandes tetas, un hermoso culo y una constitución delgada
Una semana después de haber estado con el, finalmente logré verlo. Antes de eso, me había encerrado en casa fingiendo un resfriado desde el lunes hasta el miércoles. El jueves solo asistí a una clase en la universidad, y el viernes volví a recluirme en mi habitación. Lo peor de todo era que me encontraba en medio de mi periodo de ovulación, y entre la culpa y excitación, sentía que me estaba volviendo cada vez más loca. Mi madre me contó que el me buscó el martes, y el viernes llamó al teléfono de casa para preguntar por mí. Le pedí que mintiera, diciéndole que no quería verlo porque simplemente no había estudiado la última lección, y ella compró la historia por completo. Muchas ideas cruzaron mi mente. De la concepción de que debía condenarme a estar alejada de todos por lo sucedido, incluyendo a él, pasé a fortalecerme física y mentalmente en formas que no imaginaba. Tal como dije, vi a el una semana después, exactamente un lunes en la noche.
Después de dar la clase de Costos, me dirigí a la biblioteca, y como si fuera planeado, lo encontré en uno de los salones cercanos dando su tutoría rutinaria. No dejé pasar la oportunidad de demostrarle que estaba lista para enfrentarlo, así que entré al salón y me senté en las últimas sillas. Afortunadamente, obtuve acceso con mi credencial y no hubo ningún contratiempo que pudiera avergonzarme frente a él. Entrelazando mis piernas con elegancia, desabroché uno de los primeros botones de mi camisa, y con determinación, me puse mis lentes negros. En vista de que el fin de semana me había cortado el cabello hasta los hombros (sí, algo que a algunas mujeres nos gusta hacer para marcar el inicio de nuevos ciclos), un lunar que adornaba mi cuello se volvió más atractivo y opté por exprimir la oportunidad para ponerme la goma del lápiz en los labios. Sus penetrantes ojos se posaron en mí instantáneamente. Noté que su mandíbula se tensaba con crudeza y su ceño se fruncía como si acabara de ver a otra mujer. Una de las chicas me miró con extrañeza al notar la atención peculiar que el profesor había dirigido hacia mí. Yo sonreí a medio lado, sintiéndome una diosa, capaz de atraer su atención, pero al mismo tiempo comencé a debatirme si mi único propósito, de ahora en adelante, sería dedicarme exclusivamente a lucir sexy para él. Tenía dos opciones: Continuar mi juego, en el que estaba llevando la delantera o simplemente marcharme para dejarlo totalmente confundido. Definitivamente me encantó la segunda opción. Me levanté a los minutos del asiento con discreción. Ignoré que llegué a escucharlo tartamudear en su exposición y dejé que mis finos tacones chocaran con las baldosas seductoramente. Contorneé mis caderas, y tal y como había entrado, me marché. Mientras me alejaba del salón, unas pisadas resonaron a mis espaldas, haciéndome erizar los vellos de la nuca. —¿Qué mierda te pasó, Valeria? —su pregunta me llegó como un regalo. Intenté seguir caminando como si nada, fingiendo preocupación, pero él me jaló del brazo y me obligó a mirarlo a los ojos—. Que qué coño te pasó, he preguntado. —Déjame, cabrón —escupí sin remordimientos—. A ti qué más te da. —Pareces una pros… —Cállate —le advertí, ahora poniendo mi mano con firmeza sobre la suya que me sujetaba—. No tienes ningún derecho a reclamarme nada, maldito infeliz. ¿Te arde que me haya olvidado del peor polvo que me han dado en la vida? —Me parece muy patético que justo tú me digas eso, monaguilla. —¡Vete al carajo! — exclamé, liberándome de su agarre con un esfuerzo sobrehumano. Sin embargo, de repente, me empujó por el pasillo, provocando que chocara contra los estantes y casilleros. A pesar de mis intentos por detenerme, su fuerza descomunal me arrastraba como si fuera una pluma. De un momento a otro, el me empujó hacia un cuartico oscuro y abandonado que se encontraba a pocos pasos de las escaleras.
Sentí mi corazón latir con fuerza y mis nervios se pusieron de punta. Mi espalda chocó contra la pared con un dolor punzante y el olor a cloro me llegó a las narices con violencia. —Vas a quedarte aquí hasta que salga de clase —sentenció, ahuecando mis mejillas con sus dedos—. Vas a esperarme porque vendré a cogerte como lo mereces, Valeria. No esperé un segundo más para darle una merecida cachetada. —Gritaré como loca si no me dejas salir ahora mismo —dije, tratando de sonar segura—. Enfermo. —Solté, buscando hacerlo sentir mal por su comportamiento. el era una caja de sorpresas, como yo. Me jaló la camisa y rompió los botones que me cubrían el pecho y el abdomen. Me quedé boquiabierta, pero mi cuerpo empezó a reaccionar cuando toqueteó con malicia mis senos y empezó a desabrocharme el pantalón. La situación me puso más caliente de lo normal y empecé a dejar que hiciera conmigo lo que quisiera. —Vas a esperarme aquí, porque vendré a cogerte como lo mereces —repitió, tras retirar mi pantalón—. ¡Qué molesto que justo hayas decidido usar esta mierda! —¿Qué… qué pasa si nos han visto? —Este es un punto ciego —me respondió, saboreándose los labios—. Te aseguro que nadie nos ha visto ni nos verá en todo este rato. —¿Aquí es donde traes a tus otras mujeres? En respuesta, se pasó una mano por su cabello desordenado y cerró la puerta con ímpetu, dejándome completamente atrapada. Un escalofrío se extendió por mi cuerpo, paralizándome con miedo. Si esta era una prueba de fuego, tenía que superarla. No podía permitirme ser la misma ingenua que había sido hace una semana. El pequeño cuarto de aseo estaba lleno de un olor a pintura y desinfectante tan fuerte que me hizo apretar la nariz con vigor. La luz amarilla del bombillo corroído que colgaba del techo apenas iluminaba el espacio, por lo que me costaba distinguir mis cosas.
Al principio, intenté recuperar los botones blancos de mi blusa, pero me desesperé al ver que eran demasiados. Busqué en mi cartera algunos ganchos para cubrirme disimuladamente. En teoría debería verme decente para tomar un taxi e ir a casa. Con manos temblorosas, me acomodé el cabello y busqué una peinilla para verme a través del espejo roto de la esquina. Mi rostro estaba sonrojado y cubierto de sudor, así que me pasé el pañuelo por la frente y suspiré varias veces, tratando de calmarme. Sin embargo, mi corazón seguía latiendo con fuerza y mi cuerpo se sentía extrañamente excitado. ¿Qué era lo que me prendía tanto, exactamente? ¿Saber que volvería a estar con David y tener sexo desenfrenado? El pensamiento de que me dejaría, tal y como lo hizo antes, me hizo responder de inmediato a todas mis inquietudes: absolutamente no. ¿Entonces qué era? ¿Que quizás esta vez sería diferente? ¿Podría realmente saborearme con su cuerpo, sus caricias y su deseo? Probablemente sí. Mi pantalón tirado a un lado me hizo reflexionar más seriamente sobre si, después de haber admitido que tenía ganas de él, iba a dejarme humillar por tercera vez. ¿Por qué no tomar la delantera y demostrarle que no soy tan estúpida como él cree? Pasé saliva cuando decidí dejarme llevar por el pensamiento. Ya que estaba hablando de empoderamiento, ¿por qué no ponerlo en práctica? Entonces, opté por acomodarme sobre mi prenda y tomarme un momento para respirar profundamente. Junto a mí quedaron la cartera y el teléfono, los cuales ignoré por instinto; no tenía interés alguno en consultar la hora o revisar mis últimos mensajes. Solo deseaba concentrarme en el instante en que nos volviéramos a encontrar, esta vez con una filosofía algo improvisada. Esperé unos minutos más hasta que él regresó. —Oh, Valeria… —expresó, con un tono de alivio—. Pensé que te habrías ido. Avancé hacia él desde mi posición, desplazándome a gatas. Me dirigí directamente a su pantalón y comencé a desatar su cinturón y desabrochar sus botones. —Vaya… —escuché un suspiro pesado—. Te has puesto cachonda en este tiempo. No sé exactamente cómo hice, pero logré meterme su glande en mi boca en cuestión de segundos.
El sabor de el era agridulce, tan penetrante y exótico que resultaba imposible apartarse de él. Además, ya que nunca había hecho una mamada, recordé las veces en las que había visto cómo mujeres voluptuosas lo hacían en vídeos y la manera en la que satisfacían a sus parejas. Su pene fue creciendo más y yo aproveché para succionar más fuerte. Obtener su semen en mi boca se convirtió en un tipo de obsesión que me tenía respirando únicamente para hacerlo llegar al éxtasis.el me pidió una pausa para levantar una pierna y terminar de quitarse el pesado jean que tenía. Quizás debí prestar atención a su mirada maliciosa antes de que tomara mi cabeza como si fuera una muñeca, empezando a empujarme de adelante hacia atrás para chuparle el miembro con más crudeza. Coloqué mis dos manos en sus nalgas para apoyarme. Apenas podía ver, ya que las lágrimas empezaban a cubrir mis ojos, y el sudor hacía que mis pestañas se pegaran. En ese momento, lo único que resonaba era el sonido lascivo que se produce al introducir el miembro en la boca de una mujer y los suspiros del despiadado y grosero hombre que orquestaba su propia mamada. —Levántate —me ordenó con voz áspera—. Muévete mami, que me muero por saborearte. Lo miré suplicante, buscando compasión para que me ayudara a ponerme de pie. Con una risita, tomó mis brazos y me obligó a apoyar la mejilla en la fría pared. En un abrir y cerrar de ojos me bajó la tanga e introdujo un dedo en mi estrecha entrada. Solté un grito, pero él me puso una mano en la boca y empezó a meterme el siguiente. Los líquidos de mi vagina lo ayudaban en su labor, pero para mí se volvió insoportable la posición y moví las piernas para zafarme. —¡Carajo! Eres la mujer más desobediente que me he comido. —E-espera… me dio un respiro para que me incorporara. Desnuda de la cintura para abajo, me volteé y vi sus ojos cafés ardiendo de pasión. Con una mano, comencé a acariciar sus mejillas y labios, pero él me detuvo con una expresión de confusión. —Bésame —le ordené, con voz firme—. No vas a cogerme sin antes besar mis labios. —¿Te pone ordenarme, como hace días? —murmuró, acercándose a mi oído—. ¿Qué más quieres que haga por ti, nena? Me puse de puntillas y lo tomé de la cabeza para juntar nuestros labios. Nuestras lenguas danzaron al unísono mientras sus manos exploraban mi intimidad. Abrí las piernas ligeramente, permitiéndole acariciar la entrada, pero decidí darle un giro y las cerré de nuevo al sentir que su boca se detenía ante mi apasionado beso. Él gruñó como si el acto le enfadara más de lo usual, y yo sonreí satisfecha. Me aparté un momento para quitarme el sostén y dejar al aire mis tetas gordas, de las cuales, el muy atrevido, había renegado días atrás. Cuando me quedé completamente desnuda, tuve el impulso de acariciar tiernamente su cabello, pero él, con sus ojos fijos en mis prominentes pechos, me ignoró por completo y empujó para darle acceso a ellos. Inclinó la cabeza para besarlos, su lengua rodeando mis areolas mientras su otra mano se dirigía directamente a mi trasero. En un abrir y cerrar de ojos, sentí el primer azote, y un gemido ahogado se escapó de su garganta.
Succionó a su antojo mis senos y me miró de reojo para asegurarse de que lo estuviera disfrutando. Sí, lo estaba disfrutando, pero estaba cansada de los juegos. Quería sentirlo de nuevo en mi interior, aunque fuese de la manera más salvaje posible. Agarré su camisa y lo obligué a encontrarse con mi mirada. Sus dientes relucientes brillaron, y una oleada de emoción recorrió mi cuerpo al instante. —Hazlo, pedazo… —hablé de forma sugerente—. Abres demasiado la boca y aquí abajo… —bajé la cabeza, invitándolo a hacerlo, mientras con una mano me tocaba mi humedecida entrada—. Aquí abajo necesito un poco de… tratamiento. Clac! el me rogó que me recostara en un antiguo casillero blanco y relativamente bajo que se encontraba frente a mí. Aunque inicialmente vacilé debido a su apariencia inestable, él me aseguró que todo estaría bien. Intenté alcanzarlo estirándome sobre mis dedos de los pies, pero al no lograrlo, tuvo que rodear mi cintura con sus manos para darme el apoyo necesario. Aunque mi deseo era encararlo de frente, sus intenciones quedaron bastante claras con la postura que estábamos tomando. Quedé en posición de perrito. Mis mejillas se encontraron nuevamente con la pared, y esta vez se unieron también mis pechos. Suspiré con una mezcla de miedo y excitación, pero me dejé llevar por la situación. Comenzó a introducir sus dedos profundamente de nuevo, proporcionándome una experiencia cada vez más estimulante. Fue lento al principio, luego más intenso, continuando así hasta que alcancé el primer orgasmo de la noche. Mi interior ardía, ansioso por su virilidad, temiendo desfallecer sin ella. —Voy a hacerlo sin condón… —¿Ah? —mi expresión se transformó rápidamente en un gemido cuando lo sentí dentro de mí de una sola estocada. Su carne se abría paso en mis estrechas paredes sin compasión. El sonido de nuestros cuerpos chocando me impulsó a rodar los ojos extasiada—. Oh… Una de sus manos se enredó en mi cabello, tirando de él con un instinto animal. Tuve que taparme la boca, avergonzada por los sonidos lascivos que escapaban de mí. Sentía arder mi rostro, y los olores que antes me resultaban insoportables ahora se convertían en una especie de firma personal de esta situación. el murmuró algunas groserías al oído, llevándome a un segundo y arrollador orgasmo. Incapaz de pedirle que se detuviera, él continuó penetrándome sin compasión. Se apartó un poco, azotando mis nalgas, y yo, con ambas manos sobre mi boca, ahogué el gemido con esmero. Si pudiera ver la escena de lejos estoy segura de que estaría igual de excitada. Un rubio sexy dándome por detrás debía ser la cúspide de mi vida sexual. En ese momento, otro nudo se formó en mi vientre, y la sensación de que podría desfallecer en cualquier momento se apoderó de mí. —Y-yo… no, no puedo. Acabo de correrme —supliqué, pegando mi cabeza y manos a la pared. el me respondió saliendo de mí y cambiando de posición. Mis muslos quedaron apoyados en el acero y con mis ojos, empañados en lágrimas, logré identificar una sonrisa traviesa en su rostro. —Has engordado un poco —comentó al observar algunos rollitos que se asomaban sobre mi vientre descubierto. Si era posible sonrojarme un poco más, lo hice. —Hace días que no hago ejercicio... —repliqué en mi defensa—. Además, me sumergí en una patética, o más bien estúpida, crisis juvenil. —¿Podría saber por qué o... quién? —preguntó acercándose aún más a mí. Sus manos se posaron en mi cintura, y mis pechos chocaron con sus pectorales, demostrándome que se había retirado la camisa con destreza previamente. Me mordí el labio. Estaba en una línea peligrosa. Si decidía confesarle mis sentimientos, corría el riesgo de sonar tan imbécil como la última vez que lo hice. —¿Te divierte jugar con las mujeres? —solté la pregunta—. ¿Te levantas por la mañana y te propones una cuota diaria de conquistas, eh? —En realidad... —su dedo recogió delicadamente un mechón rebelde detrás de mi oreja—, nunca antes una de ellas me había confesado que estaba enamorada de mí. —Mentiroso —sentencié con rabia—. Eres un embustero profesional. —Te lo juro —me dijo con seriedad. Di un respingo cuando sentí su miembro buscando mi estrechez. Vaya forma de conversar—. Solían decírmelo después del sexo, no antes. Eso sí, tú has sido la virgen más problemática con la que he tratado, y déjame añadir algo… —su lengua rodeó su labio seductoramente—. Nunca antes había hecho el amor así… El amor… —¿Acabas de decirme que tú, me hiciste el amor? —Ahora prefiero cogerte como loco —exclamó con fervor—. Me pone marcarte completamente… —¿A qué te refieres? —pregunté insegura, pero a la vez con diversión—. ¿Qué más podría…? Me empujó hacia sus labios con una determinación persuasiva. En esta ocasión, decidí no cerrar los ojos para observar cada uno de sus movimientos. Noté que me levantó de las caderas, obligándome a rodear mis piernas alrededor de su torso. Un escalofrío violento recorrió mi cuerpo cuando mi intimidad, completamente expuesta, mojó su abdomen a su antojo. Sin aparentes preámbulos adicionales, me recostó en la alfombra polvorienta. No dejé de seguirlo con mis ojos. Su cuerpo ardiente y esculpido se exhibió para mí como nunca antes. Abrió suavemente mis piernas e ingresó lentamente hasta que su cuello quedó al alcance de mis labios. Aproveché para lamerlo y dejarle un chupetón. —¿Qué intentas? —preguntó, alejándose, pero sin detener el movimiento de sus caderas. Ante mi silencio, él intensificó sus embestidas. Coloqué mis manos a los costados de mi cuerpo, apretándolas con fuerza, abrumada por la embriagadora sensación que recorría cada fibra de mi ser. Después de unos minutos, en los cuales solo pude gemir, cerré fuertemente mis ojos. Fue entonces cuando el alcanzó su clímax en mi interior, con su líquido derramándose lascivamente por mi intimidad y muslos. Con un beso apasionado, exploró a su antojo mis pechos, deslizando sus manos con una destreza que encendió una nueva oleada de sensaciones. —¿Ahora vas a dejarme...? —pregunté, rozando sus labios con los míos. Esperaba que mi aliento caliente añadiera un toque más dramático a mi inquietud.el esbozó una sonrisa divertida. —La próxima vez que estemos juntos te la voy a meter por el culo… —su respuesta me heló, provocándome una leve risa nerviosa. —¿Habrá una próxima vez? —Solo depende de ti… Una bombillita se encendió en mi cabeza. —¿Te imaginas que me hayas preñado? —comenté y sus ojos se abrieron de par en par—. Porque estoy en mi periodo de… —Vas a tomarte la pastilla. —Solo yo lo decido —me zafé de su agarre con convicción—. Si no puedo tenerte, por lo menos tendré algo de ti. —Estás loca —me dijo, cuando empezaba a ponerme las bragas y el sostén. —Touché —respondí con gracia. el permaneció inmóvil mientras terminaba de vestirme. Dado que la camisa estaba prácticamente hecha jirones, me vi obligada a sujetar la cartera y sostener los lugares donde faltaban los botones para evitar que mi pecho quedara totalmente al descubierto. —Necesito que vengas a casa mañana, debo ponerme al día con... ¿las integrales impropias? Bah, tú sabrás mejor que yo. Si no vienes, juro que no volveré a tocar un anticonceptivo en mi vida. Él asintió y yo me despedí con la mano al salir con cautela de aquel lugar ardiente. Una sonrisa se apoderó de mí. No sabía qué había sucedido, pero lo tenía bajo control, ya que, contra toda resistencia, no había utilizado su fuerza para someterme. Mientras cerraba la puerta tras de mí, sentí un alivio refrescante recorrerme de los pies a la cabeza. Bajé las escaleras con mi coño humedecido, mi cabello desordenado y una profunda convicción de que había ganado una pequeña victoria personal.
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