LivelyVanderWood

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LIVELY VANDER WOOD

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En la noche brillante, la paz se enciende, el cielo estrellado su magia extiende. El viento susurra historias de amor, y en cada rincón florece el ardor. El árbol se viste de luces y sueños, y los corazones se llenan de buenos deseos. Es Navidad, tiempo de esperanza y fe, donde todo es posible, donde renace el ser. Que la luz del amor te acompañe siempre, y que la Navidad te colme de alegría y de suerte.

En esta Navidad, mi amor por ti brilla, como estrellas que en el cielo destilan. Tus ojos son mi luz, mi dulce calma, y en tus abrazos encuentro mi alma. La nieve cae suave, cubriendo el suelo, pero tu amor me envuelve, me eleva al cielo. Que esta Navidad sea solo nuestro momento, donde se funden ternura, pasión y sentimiento. Te amo más que nunca, en este día especial, y a tu lado, todo es un sueño celestial.

En el rincón del mundo, donde el sol despierta, tus ojos son estrellas, su luz me envuelve. Eres el susurro que acaricia el viento, la melodía suave en el canto del tiempo. Tu risa es el eco de un río en calma, un faro brillante que guía mi alma. Tus pasos son danza, un arte sutil, en cada movimiento, un verso de amor febril. Eres fuerza y ternura, un fuego que arde, en tu abrazo encuentro el hogar que me guarde. Tus sueños son alas que vuelan tan alto, contigo, mujer, el horizonte es un canto..

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Bendito sea el año, el punto, el día, la estación, el lugar, el mes, la hora y el país, en el cual su encantadora mirada al alma mía. Bendita la dulcísima porfía de entregarme a ese amor que en mi alma mora, y el arco y las saetas de que ahora las llagas siento abiertas todavía. Benditas las palabras con que canto el nombre de mi amada y mi tormento mis ansias, mis suspiros y mi llanto. Y benditos mis versos y mi arte pues la ensalzan y en fin mi pensamiento puesto que ella tan sólo lo comparte.

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Quien dice que la ausencia causa olvido merece ser de todos olvidado. El verdadero y firme enamorado está, cuando está ausente, más perdido. Aviva la memoria su sentido; la soledad levanta su cuidado; hallarse de su bien tan apartado hace su desear más encendido. No sanan las heridas en él dadas, aunque cese el mirar que las causó, si quedan en el alma confirmadas, que si uno está con muchas cuchilladas, porque huya de quien lo acuchilló no por eso serán mejor curadas.

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Ya toda me entregué y di y de tal suerte he trocado, que es mi amado para mí, y yo soy para mi amado. Cuando el dulce cazador me tiró y dejó rendida, en los brazos del amor mi alma quedó caída. Y cobrando nueva vida de tal manera he trocado que es mi amado para mí, y yo soy para mi amado. con una flecha enherbolada de amor, y mi alma quedo hecha una con su Criador, ya no quiero otro amor pues a mi Dios me he entregado, y mi amado es para mí, y yo soy para mi amado.

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En una fría mañana de otoño, Clara, una joven artista de 20 años, estaba en un pequeño café, mirando las hojas lentamente caer de los árboles. Desde que se mudó a París, había encontrado inspiración en cada rincón de la ciudad, pero faltaba algo en su vida: el amor. Una mañana, mientras dibujaba un retrato de un anciano que leía un libro, un hombre con cabello oscuro y ojos intensos se sentó en la mesa de al lado.

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En un rincón del mundo donde el sol despierta, te encontré, mi amor, como un destello en la bruma, bailando entre sombras, entre sueños y susurros, con un aire de magia que el tiempo no deslumbra. Tus ojos, dos estrellas que iluminan la noche, cada parpadeo, un universo que se abre, y en la profundidad de tu mirada serena, descubro el mar infinito donde mi alma navegue. Tus labios, dos pétalos de una flor en primavera, cada palabra que brota es un canto, un estallido, y en la dulzura de tu risa, un eco de promesas que resuena en el pecho, cual latido encendido.

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Caminamos juntos por senderos de nostalgia, donde el viento susurra secretos del pasado, y el tiempo se detiene en su danza suave, como un reloj que olvida lo que ha sido olvidado. Las noches son lienzos que pintamos de estrellas, nuestros cuerpos, dos olas que se abrazan en calma, y en cada caricia, un poema se escribe, una historia de amor que el destino reclama. Te he visto florecer en cada estación, en el otoño dorado, en el invierno callado, y en la primavera ardiente que despierta los sentidos, mi amor por ti crece, como un río desbordado. 

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