Estoy trabajando en este lado de la cámara, pero aun así... Me encanta que la gente juegue consigo misma. Olvídate de los límites y entra en mi habitación :)
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EROCTICFELL
Quiero compartir contigo este espacio personal donde dejare abierto todos mis deseos y pensamientos
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Soy kate tengo 20 años soy una mujer a la que le gustan las aventuras, los deportes extremos y pasarla muy bien, me gusta probar cosas nuevas y me gusta conocer gente dispuesta a experimentar cosas nuevas conmigo, ven y disfruta de los placeres de vida juntos. Soy coqueta y me gustan los halagos, me enamora la gente amable, me gusta mi cuerpo, lo cuido mucho, me encanta bailar, me gustan las bromas, tengo buen sentido del humor, me destaco por hacer a la gente Reir mucho, me gusta disfrutar y divertirme en la vida.
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La espalda tiene sus propias neuronas que recuerdan las uñas con sus dedos. Los muslos, con los brazos, retienen para siempre la blandura de los costados. El cuerpo recuerda, y sus memorias hablan de esplendores y humedades.
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El significado del color rojo Positivo: Pasión, atrevimiento, importancia, fuerza, calor, energía, estimulación, masculinidad, excitación, exuberancia, osadía. Negativo: Desafío, agresión, impacto, tensión.
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Si me quieres, quiéreme entera, no por zonas de luz o sombra… Si me quieres, quiéreme negra y blanca, y gris, verde, y rubia, y morena…
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Quiéreme día, quiéreme noche… ¡Y madrugada en la ventana abierta!… Si me quieres, no me recortes: ¡Quiéreme toda… O no me quieras.
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A veces tengo ganas de ser cursi para decir: La amo a usted con locura. A veces tengo ganas de ser tonto para gritar: ¡La quiero tanto! A veces tengo ganas de ser niño para llorar acurrucado en su seno.
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A veces tengo ganas de estar muerto para sentir, bajo la tierra húmeda de mis jugos, que me crece una flor rompiéndome el pecho, una flor, y decir: Esta flor, para usted.
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Ni recuerdos ni presagios: sólo presente, cantando. Ni silencio, ni palabras: tu voz, sólo, sólo, hablándome. Ni manos ni labios: tan solo dos cuerpos, a lo lejos, separados. Ni luz ni tiniebla, ni ojos ni mirada: visión, la visión del alma. Y por fin, por fin, ni goce ni pena, ni cielo ni tierra, ni arriba ni abajo,
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Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas, Mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla; No quieran destrozarlo tus manos cariñosas, Tus ojos regocije mi dádiva sencilla. En el jardín umbroso mi cuerpo fatigado Las auras matinales cubrieron de rocío; Como en la paz de un sueño se deslice a tu lado El fugitivo instante que reposar ansío. Cuando en mis sienes calme la divina tormenta, Reclinaré, jugando con tus bucles espesos, Sobre tu núbil seno mi frente soñolienta, Sonora con el ritmo de tus últimos besos.
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Arde en tus ojos un misterio, virgen esquiva y compañera. No sé si es odio o es amor la lumbre inagotable de tu aliaba negra. Conmigo irás mientras proyecte sombra mi cuerpo y quede a mi sandalia arena. -¿Eres la sed o el agua en mi camino?- Dime, virgen esquiva y compañera.
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Te quiero... y me mueves el tiempo de mi vida sin horas. Te quiero en los arroyos pálidos que viajan en la noche, y no termina nunca de conducir estrellas a la mar. Te quiero en aquella mañana desprendida del vuelo de los siglos que huyó su nave blanca hasta el agua sin ondas donde nadaban tristes, tu voz y mi canción. Te quiero en el dolor sin llanto que tanta noche ha recogido el sueño en le cielo invertido en mis pupilas para mirarte cósmica, en la voz socavada de mi ruido de siglos derrumbándose. Te quiero (grito de noche blanca...) en el insomnio reflexivo de donde ha vuelto en pájaros mi espíritu. Te quiero... Mi amor se escapa leve de expresiones y rutas, y va rompiendo sombras y alcanzando tu imagen desde el punto inocente donde soy yerba y trino.
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Tú vendrás desnuda con los brazos abiertos Yo apoyaré sobre tus pechos mi cabeza Tú dirás las palabras que espero Yo cantaré dulces endechas Tú prometerás mares y valles y cumbres de montañas Yo seré el padre de tus hijos Tú brillarás como el relámpago Yo me haré estrella Tú serás mi novia, más linda que todas las novias Yo cantaré canciones de Jorge Ben Tú tendrás cabellos largos Yo trenzaré los míos Tú querrás una casa en el campo Yo construiré una cabaña junto al río Tú te vestirás a veces con todos los colores del Iris Yo te amaré siempre Tú querrás flores Yo un caballo, una guitarra Y no trabajaremos nunca, nunca, nunca.
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EL AMOR ASESINADO
Nunca podrá decirse que la infeliz Eva omitió ningún medio lícito de zafarse de aquel tunantuelo de Amor, que la perseguía sin dejarle punto de reposo. Empezó poniendo tierra en medio, viajando para romper el hechizo que sujeta al alma a los lugares donde por primera vez se nos aparece el Amor. Precaución inútil, tiempo perdido; pues el pícaro rapaz se subió a la zaga del coche, se agazapó bajo los asientos del tren, más adelante se deslizó en el saquillo de mano, y por último en los bolsillos de la viajera. En cada punto donde Eva se detenía, sacaba el Amor su cabecita maliciosa y le decía con sonrisa picaresca y confidencial: «No me separo de ti. Vamos juntos.»
Entonces Eva, que no se dormía, mandó construir altísima torre bien resguardada con cubos, bastiones, fosos y contrafosos, defendida por guardias veteranos, y con rastrillos y macizas puertas chapeadas y claveteadas de hierro, cerradas día y noche. Pero al abrir la ventana, un anochecer que se asomó agobiada de tedio a mirar el campo y a gozar la apacible y melancólica luz de la luna saliente, el rapaz se coló en la estancia; y si bien le expulsó de ella y colocó rejas dobles, con agudos pinchos, y se encarceló voluntariamente, sólo consiguió Eva que el amor entrase por las hendiduras de la pared, por los canalones del tejado o por el agujero de la llave.
Furiosa, hizo tomar las grietas y calafatear los intersticios, creyéndose a salvo de atrevimientos y demasías; mas no contaba con lo ducho que es en tretas y picardihuelas el Amor. El muy maldito se disolvió en los átomos del aire, y envuelto en ellos se le metió en boca y pulmones, de modo que Eva se pasó el día respirándole, exaltada, loca, con una fiebre muy semejante a la que causa la atmósfera sobresaturada de oxígeno. Ya fuera de tino, desesperando de poder tener a raya al malvado Amor, Eva comenzó a pensar en la manera de librarse de él definitivamente, a toda costa, sin reparar en medios ni detenerse en escrúpulos. Entre el Amor y Eva, la lucha era a muerte, y no importaba el cómo se vencía, sino sólo obtener la victoria. Eva se conocía bien, no porque fuese muy reflexiva, sino porque poseía instinto sagaz y certero; y conociéndose, sabía que era capaz de engatusar con maulas y zalamerías al mismo diablo, que no al Amor, de suyo inflamable y fácil de seducir. Propúsose, pues, chasquear al Amor, y desembarazarse de él sobre seguro y traicioneramente, asesinándole. Preparó sus redes y anzuelos, y poniendo en ellos cebo de flores y de miel dulcísima, atrajo al Amor haciéndole graciosos guiños y dirigiéndole sonrisas de embriagadora ternura y palabras entre graves y mimosas, en voz velada por la emoción, de notas más melodiosas que las del agua cuando se destrenza sobre guijas o cae suspirando en morisca fuente.
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El Amor acudió volando, alegre, gentil, feliz, aturdido y confiado como niño, impetuoso y engreído como mancebo, plácido y sereno como varón vigoroso. Eva le acogió en su regazo; acaricióle con felina blandura; sirvióle golosinas; le arrulló para que se adormeciese tranquilo, y así que le vio calmarse recostando en su pecho la cabeza, se preparó a estrangularle, apretándole la garganta con rabia y brío.
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Un sentimiento de pena y lástima la contuvo, sin embargo, breves instantes. ¡Estaba tan lindo, tan divinamente hermoso el condenado Amor aquel! Sobre sus mejillas de nácar, palidecidas por la felicidad, caía una lluvia de rizos de oro, finos como las mismas hebras de la luz; y de su boca purpúrea, risueña aún, de entre la doble sarta de piñones mondados de sus dientes, salía un soplo aromático, igual y puro. Sus azules pupilas, entreabiertas, húmedas, conservaban la languidez dichosa de los últimos instantes; y plegadas sobre su cuerpo de helénicas proporciones, sus alas color de rosa parecían pétalos arrancados. Eva notó ganas de llorar...
No había remedio; tenía que asesinarle si quería vivir digna, respetada, libre..., no cerrando los ojos por no ver al muchacho, apretó las manos enérgicamente, largo, largo tiempo, horrorizada del estertor que oía, del quejido sordo y lúgubre exhalado por el Amor agonizante. Al fin, Eva soltó a la víctima y la contempló... El Amor ni respiraba ni se rebullía; estaba muerto, tan muerto como mi abuela. Al punto mismo que se cercioraba de esto, la criminal percibió un dolor terrible, extraño, inexplicable, algo como una ola de sangre que ascendía a su cerebro, y como un aro de hierro que oprimía gradualmente su pecho, asfixiándola. Comprendió lo que sucedía... El Amor a quien creía tener en brazos, estaba más adentro, en su mismo corazón, y Eva, al asesinarle, se había suicidado.
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ANONIMO
Mis amigos y yo decidimos convocar a una fiesta de disfraces, la cual tendría un propósito: invitar a la mujer que nos gustaba. El ambiente sería perfecto para interactuar sin ninguna barrera. Por fin llegó mi invitada especial. Previo a esta reunión solo habíamos platicado en ciertas ocasiones, donde nos dimos cuenta que había una “chispa” entre nosotros. En cuanto llegó le ofrecí un trago y comenzamos a platicar. Ella vestía un disfraz de hada negra: tierna y maléfica a la vez. Yo era un leñador de bosque. Los tragos aumentaban y la temperatura entre nosotros también. Nos sentamos en un sillón y no resistí más, aproveché la capa de su disfraz que cubría una parte de su calzón e ingle y sigilosamente metí mis dedos a su zona íntima. Su reacción fue de aceptación inmediata. Le dije que disimulara y siguiéramos platicando como si nadie nos viera (lo cierto es que todo estaban alrededor de nosotros). Ella se comprometió y únicamente inhalaba y exhalaba rápidamente en un tono muy bajo cuando por fin alcanzó el clímax. Fui el más feliz de haberla hecho experimentar esta experiencia de placer.
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Párpa-dos
Desnúdame los párpados y las mejillas, a besos La comisura te espera: entreabierta El cuello alzo para ser abordado; por tus labios Despacio recorre mis hombros, descubiertos Y ahora que abro los ojos, mírame y hablamos
Carne crujiente
Despiértame así, con el cuerpo crujiente con las ganas revueltas con la promesa de tu vuelta Con la esencia de nuestros deseos, con el hueco de tu sonrisa con tu pena desatendida, con la profusión de nuestras agonías Después, sabré saborear la soledad de mis horas, esas que no entienden de relojes, sabiendo que conservo dentro mía todos tus húmedos recuerdos
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Voltéame la soledad
Destrózame la cintura a lomos de tu montura Resquiébrame la espalda, a beso limpio Ráptame y no me sueltes nunca, así amordaces todos mis silencios Lléname de ti, rellena cada poro con la insistencia de tu Lengua Voltéame la soledad, quiébrala en tus dedos, esos que ocupan, ahora, todos mis espacios Dame cobijo de hambre en el hueco de tus brazos que quiero desprenderme de mí, hoy, en ellos
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Enraizarme en tu pecho
Enraizarme en tu pecho, con cada latido Sembrarme entre tus brazos, abonada en caricias Cuajar un amor dulce, almíbar en tu boca Regar con mis manos tu tronco-hombre, sólo mío Nacer en ti cada noche revueltos en ramas, hojarasca y tierra fecunda: amasijo de carne como madreselva sarmentosa enroscada Germinar por ti cada una de todas mis madrugadas Envolverme con tu triste verde sonrisa, hasta que desaparezca y sea abono amante de una historia de amor, la nuestra, hecha de sol, luz y terrosa sangre
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En mis noches más calientes en medio del frio el recuerdo de tus besos apasionados llegan a mis recuerdos, solo pensar en ello me enciende como si estuviera viendo reflejado en tus ojos el deseo que no tenía freno cuando así lo queríamos. Ya sabes que extraño esas visitas furtivas a tu oficina, también extraño las ganas que te tenía cuando te veía saludar a las 7 y 30 am o 3 pm, para mí era el motor que me daba energía y cuantos momentos desaprovechados, pero créeme que todos los imaginaba, planeaba, pero no ejecutaba.
Hoy no voy a hablar de lo que extraño esos momentos, voy a hablar de lo que sueño contigo, las historias bajo mi cobija en donde tu eres el protagonista, mi baño con agua tibia se parece a la sensación que viví en tu carro al regresarnos ese día luego de tu regalo o el día que sudé en ese sitio que nos encontramos para demostrarte ese deseo (aunque si lo pienso bien ese día faltó mas) o el último momento rico… ese momento que se quedó tan presente en mi como tatuaje en mi piel. No sé si volverá a pasar lo único que puedo asegurar es que lo deseo con toda mi alma, esta vez quisiera que el susto y el estrés no nos invadiera y que por unas horas solo existiera el momento de tomarnos como si fuera el último momento, saboreando cada sorbo de esa pasión tan grande que por lo menos yo siento por ti.
Ruegue a Dios que me pase esto que siento porque sino no te salva nadie de repetir hacerlo conmigo muchas veces en mis sueños tanto dormida como despierta y con plena conciencia, como el volver para no alejarme nunca y aferrarme a tus besos vespertinos, escondidos, apasionados, que prometen una faena espectacular. No me arrepiento ni un solo instante de lo que pasó y si me preguntas si lo repetiría yo digo que si una y mil veces cada vez más apasionado que antes, solo ten presente que me tienes a tu merced, como la lámpara de Aladino, pide y se te concederá. Estas son las confesiones de medianoche, ahora me dirijo a un espacio donde solo pienso en ti y…
El amor asesinado
Nunca podrá decirse que la infeliz Eva omitió ningún medio lícito de zafarse de aquel tunantuelo de Amor, que la perseguía sin dejarle punto de reposo. Empezó poniendo tierra en medio, viajando para romper el hechizo que sujeta al alma a los lugares donde por primera vez se nos aparece el Amor. Precaución inútil, tiempo perdido; pues el pícaro rapaz se subió a la zaga del coche, se agazapó bajo los asientos del tren, más adelante se deslizó en el saquillo de mano, y por último en los bolsillos de la viajera. En cada punto donde Eva se detenía, sacaba el Amor su cabecita maliciosa y le decía con sonrisa picaresca y confidencial: «No me separo de ti. Vamos juntos.»
Entonces Eva, que no se dormía, mandó construir altísima torre bien resguardada con cubos, bastiones, fosos y contrafosos, defendida por guardias veteranos, y con rastrillos y macizas puertas chapeadas y claveteadas de hierro, cerradas día y noche. Pero al abrir la ventana, un anochecer que se asomó agobiada de tedio a mirar el campo y a gozar la apacible y melancólica luz de la luna saliente, el rapaz se coló en la estancia; y si bien le expulsó de ella y colocó rejas dobles, con agudos pinchos, y se encarceló voluntariamente, sólo consiguió Eva que el amor entrase por las hendiduras de la pared, por los canalones del tejado o por el agujero de la llave. Furiosa, hizo tomar las grietas y calafatear los intersticios, creyéndose a salvo de atrevimientos y demasías; mas no contaba con lo ducho que es en tretas y picardihuelas el Amor. El muy maldito se disolvió en los átomos del aire, y envuelto en ellos se le metió en boca y pulmones, de modo que Eva se pasó el día respirándole, exaltada, loca, con una fiebre muy semejante a la que causa la atmósfera sobresaturada de oxígeno. Ya fuera de tino, desesperando de poder tener a raya al malvado Amor, Eva comenzó a pensar en la manera de librarse de él definitivamente, a toda costa, sin reparar en medios ni detenerse en escrúpulos. Entre el Amor y Eva, la lucha era a muerte, y no importaba el cómo se vencía, sino sólo obtener la victoria.
Relato Erótico
En mis noches más calientes en medio del frio el recuerdo de tus besos apasionados llegan a mis recuerdos, solo pensar en ello me enciende como si estuviera viendo reflejado en tus ojos el deseo que no tenía freno cuando así lo queríamos. Ya sabes que extraño esas visitas furtivas a tu oficina, también extraño las ganas que te tenía cuando te veía saludar a las 7 y 30 am o 3 pm, para mí era el motor que me daba energía y cuantos momentos desaprovechados, pero créeme que todos los imaginaba, planeaba, pero no ejecutaba.
Hoy no voy a hablar de lo que extraño esos momentos, voy a hablar de lo que sueño contigo, las historias bajo mi cobija en donde tu eres el protagonista, mi baño con agua tibia se parece a la sensación que viví en tu carro al regresarnos ese día luego de tu regalo o el día que sudé en ese sitio que nos encontramos para demostrarte ese deseo (aunque si lo pienso bien ese día faltó mas) o el último momento rico… ese momento que se quedó tan presente en mi como tatuaje en mi piel.
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Amor gestacional
Ser placenta e irrigarte de deseo fetal Tu primera bocanada, atrapada en los pulmones: charcos de oxígeno molecular Pezón que gotea sudor, sudor que escurre latidos deformados erupcionando en tus inexpertos labios Ser en ti cuando no eras
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Párpa-dos
Desnúdame los párpados y las mejillas, a besos La comisura te espera: entreabierta El cuello alzo para ser abordado; por tus labios Despacio recorre mis hombros, descubiertos Y ahora que abro los ojos, mírame y hablamos
Carne crujiente
Despiértame así, con el cuerpo crujiente con las ganas revueltas con la promesa de tu vuelta Con la esencia de nuestros deseos, con el hueco de tu sonrisa con tu pena desatendida, con la profusión de nuestras agonías Después, sabré saborear la soledad de mis horas, esas que no entienden de relojes, sabiendo que conservo dentro mía todos tus húmedos recuerdos
Voltéame la soledad
Destrózame la cintura a lomos de tu montura Resquiébrame la espalda, a beso limpio Ráptame y no me sueltes nunca, así amordaces todos mis silencios Lléname de ti, rellena cada poro con la insistencia de tu Lengua Voltéame la soledad, quiébrala en tus dedos, esos que ocupan, ahora, todos mis espacios Dame cobijo de hambre en el hueco de tus brazos que quiero desprenderme de mí, hoy, en ellos
Enraizarme en tu pecho
Enraizarme en tu pecho, con cada latido Sembrarme entre tus brazos, abonada en caricias Cuajar un amor dulce, almíbar en tu boca Regar con mis manos tu tronco-hombre, sólo mío Nacer en ti cada noche revueltos en ramas, hojarasca y tierra fecunda: amasijo de carne como madreselva sarmentosa enroscada Germinar por ti cada una de todas mis madrugadas Envolverme con tu triste verde sonrisa, hasta que desaparezca y sea abono amante de una historia de amor, la nuestra, hecha de sol, luz y terrosa sangre
Caracol
Un caracol por mis dedos, en mi pie, se arrastra babeando dentro de un beso Tan lento, que el pie es labio, y el labio, despacio, beso. Me pides que te dé tristeza, pero sólo soy un caracol feliz reptando entre los dedos de tu pie Me pides que te dé saliva, cuando ya sabes que la tienes toda adentro, bullendo acorazada y denostada entre mis piernas Agarro por un momento tu rostro: Mítico semblante de actor de cine, y aun no queriendo, me pierdo entre parecidos razonables Como niños fugaces nos reconocemos: Intacto juguete, instantánea ludoteca sexuada abierta treinta horas al día, accesibilidad asegurada Me pides ser boomerang libre, y te pienso: oblicuo recorrido, y te pido, sólo te pido que me cuentes el camino y que vuelvas, o mueras, en mi vientre Me pides, y te pido, me desarmas y me compones como cómic inconcluso, como titubeante espera, me trago lo que te quiero, para que nunca lo sepas
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