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EmiNovely
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Couples
- años
Desconectado
0 fans

EmiNovely

Chicas jóvenes - 18 años
Edad19 años
Talla155 cm - 61 in
Peso55 kg - 121 lbs
Color de cabelloCabello castaños
Largo de cabelloLargo
Color de los ojosMarrones
Medidas92-63-97 cm - 36-25-38 in
BustoTetas Medianas
Preferencia sexualMe encanta usar juguetes sexuales para llevar el placer a nuevas alturas. Experimentar tríos me excita, ya que creo que el placer se debe compartir. El caucho y el látex son mis aliados en la búsqueda de sensaciones únicas. Los uniformes encienden mi
sexoMujer
Apariencia del sexoAfeitadas
Tipo de cuerpoNormal
Grupo étnicoLatina
Lo que me excitaEl juego de miradas intensas que arden de pasión y anticipación. La sensación del látex o la tela de goma rozando suavemente mi piel, despertando todos los sentidos.
No me excitaFalta de respeto y agresión verbal. Prefiero reuniones donde la comunicación sea respetuosa y consensuada. Las experiencias monótonas y sin emociones. Busco conexiones llenas de intensidad y pasión.
Posición preferida"Ritmo sensual": Posición en la que te sientas encima, controlando el ritmo y la profundidad de la penetración. Te permite disfrutar de un control total y una intensa conexión visual.
Idioma(s) hablado(s)FrancésInglésItaliano
FantasíasSex with strangers: "Exploring the mystery of desire with a stranger, each touch an unforgettable encounter. Letting the passion flow without inhibition or restriction. A fiery connection with no strings attached."

Chat en vivo y webcam sexy de EmiNovely

Hello, sweetie! I am the woman that will make you smile and sigh in equal parts. I am outgoing and always looking for laughter and good company. My world revolves around techno music and the art of dancing with passion.

Tarifa show privado1,15 US$ / minutoPara estar en show privado con la modelo
Tarifa show privado 100% exclusivo1,50 US$ / minutoShow privado con la modelo, en modo exclusivo (a solas con la modelo)
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Los últimos comentarios en los shows privados de EmiNovely

charmant26
17/04/24 09:55
Muy bien
runyves
05/02/24 13:25
Me encanta el sexo con usted bebé
petitebiloute
04/02/24 18:17
Gracias Emi, pronto vuelvo te quiero mucho besos
mickey88320
18/01/24 16:43
Qué experiencia.

Horario de presencia online EmiNovely

EmiNovely aún no ha completado su horario de presencia en línea

EmiNovely no está en línea desde hace un cierto tiempo y no podemos proponer un planning de presencia fiable.

Bienvenidos a mi espacio personal..✨💕

 

 En la danza de la luna en la noche serena, surge la mujer, sublime y llena. Con su mirada de estrellas, misteriosa, teje sueños en la penumbra silenciosa. Su andar es poesía, cadencia de mariposa, donde la sensualidad se desliza, hermosa. En la curva de sus labios, un susurro, el eco de secretos que solo el alma conjuro. Sus ojos, dos luceros, destellos de deseo, pintan paisajes en el lienzo del anhelo. La piel, un poema que la luz acaricia, como susurros de la brisa en la delicia. En la noche se revela su esencia, un misterio que despierta la conciencia. Sensualidad que danza en la penumbra, como la melodía de una suave tumba. Oh, mujer, encanto en la sinfonía, donde la sensualidad es poesía. En cada gesto, en cada rincón, tu esencia se convierte en canción.

Bajo el manto de la luna, en su halo plateado, una mujer florece, un arte delicado. Su presencia, un poema, sin igual, en la danza de la noche, un festival. En su risa, la brisa acaricia la piel, un suave murmullo que se desliza como miel. En sus ojos, el destello de un universo, secretos guardados, un misterioso verso. Su andar, ligero como hojas en el viento, deja estelas de pasión, un eterno movimiento. En la penumbra, su figura es un cuadro, una obra maestra, un sueño claro. Cautiva con la magia de su esencia, una sinfonía que encanta los sentidos con presencia. Sensualidad que se revela en cada gesto, como el suave roce de un dulce protesto. Oh mujer, en tu ser palpita la poesía, una melodía que en la noche guía. Tu sensualidad, un verso en la penumbra, una danza etérea que al alma alumbra.

Haz lo que quieras conmigo, soy tu puta. Parte 1.

 

Ese día debí quedarme en casa. Había renunciado a mi trabajo y ahorrar dinero era prioridad. Hace algunos meses que vivía en otra ciudad. Mi anterior jefe había propuesto ascenderme poniéndome a cargo de una oficina comercial a 400 km de distancia, en la ciudad donde había crecido y vivido hasta hace unos años atrás. Mi novia no lo tomó bien. Pero, aunque poco convencidos, me mudé y decidimos continuar con nuestra relación a distancia. ¿Por qué decidí renunciar? Pues, la oficina era un desastre. Y, mientras intentaba restructurar, una terrible crisis golpeaba el país. Nos cortaron fondos, me obligaron a despedir personal, nos quitaron beneficios y aumentaron metas. Además, mi novia había puesto el ultimátum sobre la mesa. O regresas o esto termina aquí. Pues bien, ese sábado debía hacer maletas, aferrarme a los ahorros y volver. De alguna forma me tenía que despedir de la ciudad. Un amigo me invitó al cumpleaños de su madre y sin dudarlo acepté ir. Dieron las 8 de la noche y un mensaje apareció en mi pantalla. - ¿Dónde estás? ¿Paso por ti? Era un buen amigo de la infancia. Y es que la invitación al cumpleaños de la madre de mi amigo no fue la única que recibí ese día. Mi amigo esperaba que lo acompañe a la casa de una amiga que teníamos en común y que también cumplía años. Sin embargo, me sentía un poco incómodo con la cumpleañera y había evitado cruzarme con ella durante mi estancia en la ciudad. A pesar de ello, le di mi dirección y en 20 minutos ya estábamos en su auto camino a una fiesta que había buscado mantener fuera de la agenda. La reunión era en casa de nuestra amiga. Y fue ella misma quien salió a recibirnos a nuestra llegada. Al verme bajó su mirada y yo no pude evitar sonreír. Ella y yo nos conocíamos de años. Éramos casi que dos grandes amigos. Teníamos bromas internas cuyo significado solo conocíamos los dos. Habíamos bebido en fiestas y cantado en karaokes totalmente ebrios. Nos habíamos contado secretos y aconsejado en momentos complicados. Y un día, después de algunos tragos y de haber llorado en su hombro por la infidelidad de mi novia, terminamos en la misma cama, bajo la misma sábana, desnudos y ebrios. Al amanecer, no recordábamos nada de lo sucedido. Solo continuamos con nuestra vida. Era más de un año sin vernos, sin escribirnos, de comportamos como extraños. A pesar, que ninguno recordaba lo que había pasado esa noche de historias tristes y botellas vacías. Bien pudimos haber dormido toda la noche. Nos invitó a pasar y me dio un abrazo muy cálido. Había olvidado lo bien que nos llevábamos antes del "incidente". Hablamos un buen rato. Volvimos a ser esos amigos del pasado. Le conté que volví con mi novia y que ahora estaba preparándome para volver a su ciudad. Llegaron otros invitados y ella se dirigió a la puerta. Era una buena noche. Había algunas caras conocidas que no veía hace algún tiempo y nos mezclamos con caras desconocidas, pero con gran sentido del humor. Necesitaba otra cerveza porque el calor, y las otras 5 que me había tomado, así lo exigían. Levanté el pedido de la mesa así que debía traer al menos 6 cervezas conmigo. Me encontré a mi amiga en la cocina, y ya había tomado lo suficiente para olvidarme de lo incómodo que me sentía con ella y volvimos a bromear como años atrás había sido la costumbre. Tomé mi camino de regreso a la terraza, pero me pareció escuchar que ella dijo algo. No lo escuché bien. Regresé hacia ella y le pedí que lo repita. Ella se acercó a mí mientras yo sonreía esperando escuchar lo que había dicho. Quedé paralizado. No solo que no repitió palabra alguna. Sino que se apegó a mi y me besó. Tardé unos segundos en reaccionar y alejarme de ella. Si embargo, no hubo escándalo ni reclamo. Solo sonreí y volví con las cervezas a cuesta. La noche pasó. Así como pasaron miradas y sonrisas con la chica del cumpleaños. La fiesta llegó a su fin y mi amigo hizo la señal que me dejó claro que él se encargaría de llevarme a casa. Fuimos los últimos en salir por que dejamos pasar a todos quienes querían despedirse de nuestra amiga. Ya en la puerta, mi amigo dijo "adiós, gracias por todo." y salió. Era mi turno de despedirme; ella tomó mi mano y nos vimos fijamente durante eternos segundos. Creo que no hacía falta hablar. Mi amigo siguió, encendió su auto y se marchó. Ella cerró la puerta y sin soltar mi mano pegó su cuerpo con el mío, se paró sobre la punta de sus pies y nos besamos. Su forma de besar se compara al efecto de un acelerante en un incendio. Su función es darle intensidad al fuego y lograr que se propague a una velocidad impresionante. Sus labios carnosos eran un deleite. Sus pequeñas mordidas a mis labios me prendían por dentro. Bastó un solo beso para poner mi pene totalmente duro. Y ella lo sabía. Lo que pasaba detrás de la puerta de su casa estaba mal, no era correcto. Mi conciencia hizo un último intento de sobreponerse al instinto y de mostrarme el camino a seguir. Debía marcharme en ese momento. Estaba en el punto de no retorno. 

 

Continúa parte 2…

Haz lo que quieras conmigo, soy tu puta. Parte 2.

 

Nos besábamos como dos locos. No había ternura en nuestro encuentro. Eso era hambre voraz y desesperación carnal. De repente estábamos en la terraza de su departamento, tropezándonos con las sillas y mesas de su fiesta. Su peinado no existía más y mi cabello no tenía orden. Mis manos agarraban con fuerza sus nalgas y mi boca recorría su cuello. La levanté con mucha facilidad mientras nos besábamos con desespero. Su blusa desapreció con rapidez y sus senos aparecieron frente a mí, perfectos y erguidos. Sus pezones entraron en mi boca y mi lengua los puso más firmes. Sin pedírmelo se soltó y sus manos fueron directo a mi pantalón. Lo bajó con fuerza y se arrodilló frente a mí. Me lamió la verga de abajo hacia arriba. Se metió mis testículos en la boca. Se atoró con mi pene muchísimas veces y me masturbaba a placer. Sus ojos lloraban por el reflejo involuntario, pero eso no la detenía de chupármela toda sin pausa. Terminamos de deshacernos de los últimos rezagos de tela que llevábamos encima. Y, con algo de violencia, la incliné boca abajo sobre una mesa. Sus manos me mostraron lo que debía hacer. Separó sus nalgas y me dejó ver la entrada de su vagina. Brillaba por lo húmeda que estaba. Ni si quiera lo pensé y mientras la sostenía por el cuello, con mi otra mano encajé mi pene y comencé a penetrarla sin parar. Sus gemidos y los míos se escuchaban a kilómetros. Sus manos soltaron sus nalgas y agarraron con fuerza el mantel de la mesa. Comencé a soltar nalgadas, una tras otra. A imprimir mis uñas sobre su espalda. A tirar de su cabello. A gritarle que era mi puta, mi esclava sexual, que mi pene le pertenecía y que mi leche era toda suya. La agarré por las muñecas y las puse en su espalda. Le pedí que me diga lo que quería de mí. Y solo la escuché decir "Haz lo que quieras conmigo, soy tu puta." Se zafó de mi lazo y se volvió a abrir las nalgas mientras la penetraba. Que hermoso trasero y que bello su culo. No pude quitarle la mirada. Dejé caer saliva sobre él. Me detuve. Saqué mi pene y sin pensarlo dos veces comencé a ver como mi glande se perdía en su culo. Ella separó con más fuerza sus nalgas y soltó un grito ahogado entre placer y dolor. Me regresó a ver y me dijo "Dame. Duro. Duro. Duro." Y así lo hice. Con una furia desconocida penetraba su culo mientras el inicio de mi abdomen chocaba contra sus nalgas. Su culo ajustado abrazaba mi verga y sus gemidos me hacían perder la cabeza. Nos olvidamos que estábamos en una terraza, descubierta, con varios edificios alrededor. Ella se volteó con la espalda sobre la mesa y tomé con fuerza sus tobillos mientras abría por completo sus piernas para saborear libremente su vagina. Paseé la punta de mi pene por sus labios vaginales hasta terminar nuevamente en su puerta de atrás. El sexo anal se le daba bien. Y seguimos. Me tumbé sobre ella sin detenerme. Besaba sus senos, sus labios y su cuello mientras me repetía al oído "Dame. Duro. Duro. Duro." Yo no podía más. Sentía efervescer mi abdomen y mi erección se volvía más dura. Tomé sus piernas por la parte de atrás de sus rodillas y las llevé hacia ella. Sus senos se movían libremente y sus manos no soltaban el mantel. Sus palabras se perdían entre "Qué rico", "Dame", "Soy tu puta". ¿Dónde quieres mi leche?, pregunté. En el culo, respondió ella. Y aceleré mientras sentía como llenaba su culo con mi semen. Hace mucho tiempo que no acababa con esa fuerza. Nos besamos durante mucho tiempo después de eso. Nos dirigimos a la ducha. Solo bastaron unos cuantos besos bajo el agua tibia para ver cómo crecía mi erección. Y nuevamente, ella de espaldas hacia mí, se reclinó un poco invitándome a penetrarla. Continuamos en la cama, esta vez ella sobre mí. Sus manos sobre mi pecho y su clitoris se frotaba contra mi abdomen. Bastaron unos pocos minutos para ver como sus senos se ponían firmes y su cuello se volvía rojo. Sus uñas se enterraban en mi pecho, su cabeza iba hacia atrás, sus piernas se endurecían y la veía temblar. No sabría precisar cuántas veces hicimos el amor esa madrugada y el día siguiente. Me quedé en su casa y pedimos comida. Nos hidratábamos y volvíamos a devorarnos como la primera vez. Acabé en su boca, en sus tetas, en su espalda, en su culo y donde la imaginación nos lo permitió ese día. Terminamos rendidos y extasiados. Esa semana no viajé. Tampoco la siguiente. Al final, no viajé más y mi relación a distancia llegó a su fin. Mi amiga y yo nos seguíamos viendo para fundirnos en uno solo hasta el cansancio. No lográbamos estar más de 10 minutos solos sin terminar uno encima del otro. Nuestra relación no transcendió. Sin embargo, la lujuria que nos causábamos estuvo presente durante muchos años. Hace un par de años comencé una nueva relación y dejamos de hablarnos. Aunque, de vez en cuando la recuerdo y fantaseo con ella, con su cuerpo, con sus besos, con su cama. ¿A ella le pasará lo mismo?

Esta mañana, después de que mi reloj sonara, me acurruqué más cerca de mi novio. Una de esas mañanas en las que no tuvo que ir al trabajo antes que yo. Me acunó con su brazo y me acercó más a él. Sentí que se levantó de la cama y me quedé un poco decepcionada. Me encanta estar tan cerca de él. Pero luego volvió junto a mí, en la misma posición, yo con la espalda hacia él y él con su brazos tan grandes y fuertes a mi alrededor. Empezó a tocarme. Levantó mi vestido hasta llegar a mis senos y sus dedos empezaron a jugar con mis pezones. Se sentía tan dulce y mi interior empezó a revolotear. Empecé a acercarme con mis nalgas más de su entrepierna. Y entonces sentí su miembro duro y latiendo. Sus manos seguían tocar mi piel, jugaba conmigo. No bajaba hasta mi pussy, aunque me hubiera gustado tanto que lo hiciera. Luego tomó su polla y la puso entre mis piernas. La tenía caliente y bien preparada entre mis labios, la humedecía con mis jugos. Fue entonces cuando bajé mis dedos y empecé a tocarle la cabeza de la polla. Ay, su maravillosa polla. Sentí que empezaba a moverse lentamente entre mis muslos. Frotando mis labios y mi clítoris. Me volvía loca. Mis jugos empezaron a llenarlo aún más. Estaba bien preparada y entró. Fuerte. Llenándome. Así como me gusta. Entraba y salía. Me gustaba tanto la sensación… apenas ahogué mis gemidos. Quería más. Más fuerte. Que me la metiera más y por lo tanto, yo también empecé a moverme. Los dos nos movíamos rápido y tan prontito tuve mi orgasmo. Mi bien merecido orgasmo. Solo él me puede hacer estallar tan rápido. Me besó con ternura en la espalda y sentí que él también estaba cerca. Y así fue, retiró su miembro de mí interior y me llenó el trasero de sus jugos. Mi pussy aún palpitaba por él. Tal vez esta noche lo repetimos. Gracias por este maravilloso despertar.

 

Bajo la penumbra de la habitación, sus manos se entrelazaron como dos almas ansiosas por descubrir el universo del otro. Los susurros de seducción pintaban el aire mientras él trazaba líneas imaginarias en su espalda, desvelando los secretos ocultos en cada pliegue de su ser. Ella, con sus labios, tejía promesas de fuego en la piel de su amante. Se deslizaron por el camino de la lujuria, explorando territorios prohibidos con la certeza de que el deseo no conoce fronteras. Cada caricia era un poema, cada beso una estrofa en la sinfonía del placer compartido. En la danza de sus cuerpos, descubrieron un idioma único, un dialecto de pasión que solo ellos entendían. El tiempo se dilataba, como si el universo conspirara a favor de su éxtasis. Cada instante era eterno, cada roce un capítulo en la historia que estaban escribiendo con sus cuerpos. Se sumergieron en el abismo del deseo, donde no existían más que ellos dos, rendidos a la magia de un amor sin restricciones. Al final, cuando el último gemido se desvaneció en el silencio, quedaron abrazados, envueltos en la serenidad que sigue a la tormenta. En esa habitación, impregnada de susurros y promesas, se selló un pacto de amor carnal, una historia que seguiría latiendo en las memorias de dos amantes que se encontraron en la oscuridad de la noche.

Trabajaba en un café acogedor ubicado en una calle transitada. Su rutina diaria consistía en servir café a los apurados ejecutivos y a los artistas que buscaban inspiración entre sorbos de espresso. Una tarde, un desconocido entró en el café, llevando consigo una maleta llena de hojas sueltas y un aire de misterio. Se presentó como Lucas, un poeta errante en busca de musas urbanas. Marta, intrigada por su encanto bohemio, le sirvió un café y escuchó sus versos llenos de metáforas y melancolía. Con el tiempo, Marta y Lucas comenzaron a encontrarse en el café para compartir historias y sueños. Entre las mesas llenas de gente y el murmullo constante de la ciudad, encontraron un refugio donde sus mundos convergían. Juntos, exploraron las calles iluminadas por neones y los callejones ocultos, descubriendo la poesía en los rincones menos esperados de la ciudad. Marta se convirtió en la musa de Lucas, y él, a su vez, inspiró en ella una nueva apreciación por la creatividad y la libertad. En medio del caos urbano, encontraron un rincón donde el tiempo parecía detenerse, y la ciudad se transformó en el escenario de su propia historia compartida.

 

En general la música me encanta. No hay día que pase sin que escuche algo (o mucho, generalmente) de música. En esto sí que no tengo prioridades. Siempre que una canción sea bonita no me importa su estilo, ni su cantante. Aunque sí es cierto que tengo a ciertos / as cantantes “atragantados”, es decir, que no aguanto. Me gusta cantar (aunque sé que no es lo mío) y me encanta bailar. Hay veces que me apetece cantar, otras que me apetece bailar y otras que simplemente quiero escuchar buena música. Todo depende de mi estado de ánimo. Me encantan, especialmente para las dos primeras opciones, esas canciones que se escuchan constantemente durante cierto tiempo en todos sitios pero que luego acabas tan harta que lo las quieres volver a escuchar nunca más, como las de Paulina Rubio, Paola y Kiara (o como se diga),... 

 

Eso sí, aborrezco otras canciones que reúnen estas características pero a mi parecer son lo más insoportable: como las del jovencísimo cantante Raúl... Pienso que hay momentos en la vida que sin música no serían tan especiales o incluso serían insoportables de vivir, como por ejemplo los largos viajes. El mundo sin música sería realmente diferente. 

 

 

Un gran discurso a las flores

Entre todas las flores, señoras y señores, es el lirio morado la que más me alucina. Andando una mañana solo por Palestina, algo de mi conciencia con morados colores tomó forma de flor y careció de espinas. El aire con un pétalo tocaba las colinas que inaugura la piedra de los alrededores. Ser flor es ser un poco de colores con brisa. Sueño de cada flor la mañana revisa con los dedos mojados y los pómulos duros de ponerse en la cara la humedad de tos muros, El reino vegetal es un país lejano aun cuando nosotros creámoslo a la mano. Difícil es llegar a esbeltas latitudes; mejor que doña Brújula, los jóvenes laúdes. Las palabras con ritmo —camino del poema— se adhieren a la intacta sospecha de una yema.

 

 Algo en mi sangre viaja con voz de clorofila. Cuando a un árbol le doy la rama de mi mano siento la conexión y lo que se destila en el alma cuando alguien está junto a un hermano. Hace poco, en Tabasco, la gran ceiba de Atasta me entregó cinco rumbos de su existencia. Izó las más altas banderas que en su memoria vasta el viento de los siglos inútilmente ajó. Estar árbol a veces, es quedarse mirando (sin dejar de crecer) el agua humanidad y llenarse de pájaros para poder, cantando, reflejar en las ondas quietud y soledad. Ser flor es ser un poco de colores con brisa; la vida de una flor cabe en una sonrisa. Las orquídeas penumbras mueren de una mirada mal puesta de los hombres que no saben ver nada. En los nidos de orquídeas la noche pone un huevo y al otro día nace color de color nuevo. La orquídea es una flor de origen submarino. Una vez a unos hongos, allá por Tepoztlán, los hallé recordando la historia y el destino de esas flores que anidan tan distantes del mar. Cuando el nopal florece hay un ligero aumento de luz. Por fuerza hidráulica el nopal multiplica su imagen. Y entre espinas con que se da tormento, momento colibrí a la flor califica. El pueblo mexicano tiene dos obsesiones: el gusto por la muerte y el amor a las flores. Antes de que nosotros “habláramos castilla” hubo un día del mes consagrado a la muerte; había extraña guerra que llamaron florida y en sangre los altares chorreaban buena suerte. También el calendario registra un día flor. 

 

Día Xóchitl, Xochipilli se desnudó al amor de las flores. Sus piernas, sus hombros, sus rodillas tienen flores. Sus dedos en hueco, tienen flores frescas a cada hora. En su máscara brilla la sonrisa profunda de todos los amores. (Por las calles aún vemos cargadas de alcatraces a esas jóvenes indias en que Diego Rivera halló a través de siglos los eternos enlaces de un pueblo en pie que siembra la misma primavera). A sangre y flor el pueblo mexicano ha vivido. Vive de sangre y flor su recuerdo y su olvido. (Cuando estas cosas digo mi corazón se ahonda en mi lecho de piedra de agua clara y redonda). Si está herido de rosas un jardín, los gorriones le romperán con vidrio sonoros corazones de gorriones de vidrio, y el rosal más herido deshojará una rosa allá por los rincones, donde los nomeolvides en silencio han sufrido. Nada nos hiere tanto como hallar una flor sepultada en las páginas de un libro. 

   

La lectura calla; y en nuestros ojos, lo triste del amor humedece la flor de una antigua ternura. (Como ustedes han visto, señoras y señores, hay tristeza también en esto de las flores). Claro que en el clarísimo jardín de abril y mayo todo se ve de frente y nada de soslayo. Es uno tan jardín entonces que la tierra mueve gozosamente la negrura que encierra, y el alma vegetal que hay en la vida humana crea el cielo y las nubes que inventan la mañana. Estos mayos y abriles se alargan hasta octubre. Todo el Valle de México de colores se cubre y hay en su poesía de otoñal primavera un largo sentimiento de esperanza que espera. Siempre por esos días salgo al campo. (Yo siempre salgo al campo). La lluvia y el hombre como siempre hacen temblar el campo. Ese último jardín, en el valle de octubre, tiene un profundo fin. Yo quisiera decirle otra frase a la orquídea; esa frase sería una frase lapídea; mas tengo ya las manos tan silvestres que en vano saldrían las palabras perfectas de mi mano. Que la última flor de esta prosa con flores séala un pensamiento. (De pensar lo que siento al sentir lo que piensan las flores, los colores de la cara poética los desvanece el viento que oculta en jacarandas las palabras mejores). Quiero que nadie sepa que estoy enamorado. De esto entienden y escuchan solamente las flores. A decir me acompañe cualquier lirio morado: señoras y señores, aquí hemos terminado.

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