AmelieBlake

Una joven mujer se sube a un uber, sin imaginar que será el viaje de su vida. 

Isabel se encontraba parada afuera de su casa, con una cara de pocos amigos. No era solo que ya era de noche, hacía frío y todo fulano que pasaba por la calle le arrojaba miradas lujurias, aunque no podía culparlos, pues ella sabía lo que tenía: era una mujer alta y pelirroja, de tez blanca y unos preciosos ojos avellana arriba de unos carnosos labios que en ese momento se encontraban pintados de un rojo carmesí, con un cuerpo de infarto que en ese momento ella modelaba la mar de bien con una blusa escotada y una falda de cuero ajustada. Lo que realmente le molestaba a la joven mujer, era que el uber ya se había tardado. Esa noche tenía una cita. Luego de varios días tirándole indirectas, el nuevo y guapo jefe de la oficina de Recursos Humanos ahí en donde trabajaba la había invitado a salir, siendo su lugar de reunión un restaurante bastante elegante en el centro de la ciudad. Era una oportunidad que no podía dejar ir, no solo porque el tipo estaba más bueno que el pan, lo que aseguraba buenos coitos, sino porque andar con él le daría status dentro de la oficina y además, si jugaba bien sus cartas tal vez podría ser la favorita a adueñarse del puesto de supervisora una vez se abriera la plaza y al fin salir de atención a clientes. No obstante, poco antes de terminar de arreglarse, su cita le llamó para decirle que había tenido un tema en la oficina y saldría tarde, así que había dos opciones: dejar la cita para otra ocasión, o que se vieran en el restaurante. Sabiendo que no iba a desperdiciar lo que había tardado en arreglarse, así que tomó la opción de que se vieran por allá. Se terminó de arreglar y como no tenía un auto propio, tuvo que pedir un uber. 

Así lo hizo en la aplicación y esta le marcó que llegaría en diez minutos, así que se dedicó a esperar y cuando faltaban dos minutos para la llegada del vehículo, salió a la calle a esperar… y esperó… y esperó… Resultó que el tarado del chofer se había pasado de largo y ahora se había ido toda la avenida al lado de su casa, si no se seguía derecho (lo que indicaría sin lugar a dudas que estaba ignorando su viaje en espera de que ella lo cancelara), tendría que dar toda la vuelta a la misma avenida para volver a entrar a su calle en el retorno. Podía pedir un uber nuevo, pero sería arriesgarse a que se tardara tanto en aceptarle como llegar, por lo que tendría que tomar el riesgo. Por suerte, el uber que ya había pedido dio la vuelta al final de la avenida tal y como esperaba, siguió su camino hasta que pudo retornar y finalmente, entró en la calle que llevaba a la casa y frente a ella se estacionó el auto prometido. Con un leve suspiro de molestia, Isabel se acercó al vehículo para abordarlo y cuando entró, el chofer de inmediato dijo: —Perdone señorita, pero la aplicación me llevó por el camino que no era. Isabel miró al tipo: estaba algo pasado de peso, con el cabello negro todo alborotado al punto que parecía estropajo y para acabarla de fregar, apestaba a cebolla. Ya no queriendo darle más largas, Isabel solo rodó los ojos y se terminó de meter al vehículo. —Sí, ya no importa —dijo de mala manera cerrando la puerta con un sonoro portazo—, solo ya vámonos por favor. —Claro señorita —dijo el chofer poniendo en marcha la aplicación—. ¿Por dónde quiere que nos vayamos? Isabel volvió a girar los ojos con hastío. ¿Tan difícil era simplemente ir al centro? —Por la ruta que sea más rápida, por favor —dijo de mala gana sacando el teléfono para revisar sus redes sociales y ya no tener que charlar con el chofer. Entonces el vehículo se puso en marcha, pero no fue un viaje tan tranquilo como Isabel esperaba, pues el chofer no dejaba de hacerle charla a lo que ella respondía cortante, pero aunque no quería, tenía que hablarle porque a veces el tipo aceleraba de más, se pasaba por los baches o ya directamente, entraba a calles que harían que dieran un largo rodeo hasta su destino y por lo tanto, que le cobrara más caro. —Oiga, ¡¿qué le pasa?! —exclamó Isabel ya cansada—. Es la tercera vez que le digo que no se vaya por otras calles. —¿Qué quiere que haga señorita? —preguntó el chofer también ya ligeramente molesto—. La aplicación está fallando y me marca estas rutas. —Sí, sí, la aplicación —dijo Isabel echando humo. 

El chofer había tenido suficiente, pese a los problemas que le había dado la aplicación había tratado de ser una buena persona, pero esa cliente ya se había pasado de la raya, por lo que decidió darle una lección y activar “eso” que justamente usaba para esas situaciones. De la forma más simulada que puso, se colocó unas gafas especiales que llevaba en el bolsillo y luego, presionó un botón que estaba oculto detrás del volante. El espectáculo empezó en el acto: la lámpara que estaba en el techo, empezó a flashear de manera muy constante y de varios colores brillantes. Isabel se dio cuenta de ello y por instinto levantó la mirada hacia la lámpara para ver qué diablos ocurría. Se preguntó porqué la luz había empezado a parpadear de esa forma, otra cosa más que estaba mal con ese viaje, pero justo cuando iba a pedirle que apagara la lámpara porque esa luz le estaba empezando a dar jaqueca, pero se dio cuenta de que no podía, era como si su boca se negara a obedecer, pero eso ya no importaba, pues parecía que su cabeza poco a poco se iba sintiendo menos adolorida, de hecho, más y más cómoda… Por el retrovisor, el chofer miró la escena: Isabel miraba la lámpara con la boca parcialmente abierta, al punto de que gracias al movimiento del vehículo, un hilo de baba coloreado de rojo gracias al lápiz labial, empezaba a bajar por su mentón. El chofer sonrió con maldad. Aunque había estado exceptivo al principio, ese flasheador hipnótico que había comprado e instalado en su vehículo le había parecido un poco sospecho, pero luego de probarlo había comprobado su efectividad: era capaz de poner en trance hipnótico a cualquier persona que le viera. Por lo general lo usaba para casos muy especiales, pero luego de que esa pelirroja le había colmado la paciencia, decidió que era uno de los casos que ameritaban su uso. Ya sabiendo que tenía a Isabel bajo su control, el chofer preguntó: —A dónde vas, ¿te vas a ver con alguien? —Con un compañero del trabajo para cenar —respondió de inmediato la mesmerizada mujer. —Mándale un mensaje cancelando, no me importa qué pretexto le pongas —dijo el chofer mientras empezaba a conducir fuera de otra ruta mientras que Isabel al fin dejaba de ver la lámpara para regresar la vista a su teléfono y empezar a mandarle un mensaje de texto a su cita. El chofer entonces llegó a una colonia un poco apartada de la vista, con poco alumbrado público y poca gente caminando. Se estacionó al lado de un terreno baldío y ordenó: —Pon en la aplicación que ya terminó el viaje. —Sí —respondió de inmediato Isabel y manipuló la aplicación de uber tal y como le habían ordenado. El chofer entonces apagó el vehículo y se bajó de este, fue hasta la puerta trasera y la abrió, donde contempló que la pelirroja continuaba mirando hacia el frente, totalmente indiferente de lo que ocurría, e iba a pasar. Sin ningún aviso, el chofer se inclinó para tomarle una teta a la muchacha y masajeársela con gran gozo, comprobando el tamaño de este. 

Jugó tanto con la teta de la mujer, que en cosa de nada el pezón rosado se asomaba fuera del escote, deleitándole la pupila al hombre con ese pedacito de carne. Ese juego previo había terminado de bastar para que el chofer se pusiera duro como piedra, así que se desabrochó el pantalón y sacó su verga la cual quedó a la altura de Isabel, la cual, si siguiera en sus cinco sentidos, podría notar sin problemas el desagradable olor que manaba de esta. —Oral —ordenó sin más el hombre. —Sí —respondió Isabel. Se giró para tener de frente esa polla que le ofrecían, la tomó con su mano y comenzó a masajearla, llenándose la piel del viscoso liquido preseminal. Sin más, se la metió en la boca y gracias a su adormecido cerebro, no sintió en su boca el golpe a salado de ese pene y empezó a mamarlo con movimientos mecánicos, pero potentes, que hacían que el chofer empezara a gemir de placer mientras llevaba la mano a la cabeza de la pelirroja, tanto como para acariciarle el cabello, como para empujarla para que hiciera más rápidos sus movimientos. Mientras tanto, aunque la consciencia de Isabel estaba dormida, no tanto así su libido y por instinto su cuerpo empezó a reaccionar la situación tan kinky que estaba viviendo, así que sin que se lo ordenaran, su mano empezó a bajar hasta su entrepierna, se metió debajo de la falda y comenzó a masturbarse. Entre el placer que estaba recibiendo, el chofer notó esto y con una sonrisa en la boca, dijo: —Ah, vaya que sí eres una putita caliente, ¿eh? Con la boca llena, lo más que Isabel pudo hacer para responder fue jadear algo que sonó a un “aja”. El chofer soltó una carcajada y dijo: —Va, si eso es lo que quieres… Sacó su polla de la boca de Isabel y esta comprendió que era una señal para que detuviera la mamada. 

Entonces el chofer empujó a Isabel y esta cayó de espaldas contra el asiento y en esa posición, el tipo tuvo vía libre para levantarle la falda hasta la cadera, bajarle la ropa interior de un tirón hasta pasarla entre sus piernas y entonces, se arrojó sobre ella, empezando a besarla sin importar si quedaba algo del sabor de su pene en los labios de la pelirroja, mientras que su pene, por instinto, encontraba el camino hacia la cueva intima de la mujer. Poco a poco se fue metiendo ahí, sintiendo como las paredes vaginales de esa tipa iban recibiendo su miembro con un cálido abrazo, hasta que toda su carne entró en ella. La besó una vez más y comenzó a mover la cadera para bombear a esa puta que aun en su inconsciencia, se veía que disfrutaba de los embates de ese hombre que tan solo unos minutos atrás tanto le había estado colmando la paciencia. El chofer mientras tanto se levantó un poco para ver mejor a Isabel, sacó la otra teta de entre la blusa y el sostén de la mujer para que le quedaran a la altura. 

Estrujó ambas tetas de la mujer con sus manos y pellizcó y mordió sus pezones para más placer (y dolor) de ella. Pronto, esos ricos embates le llevaron el orgasmo al chofer y se apuró para sacar la verga de la cara de la chica, se masturbó con furia y se corrió, dejando su leche en el vientre de Isabel quien contemplaba indiferente, gracias al trance, lo que hacían con su cuerpo y su vestuario. El chofer tomó las bragas de Isabel y con ellas se limpió tanto la polla como el desastre que había hecho. Sonrió por otra ocasión en la que esa lámpara hipnótica había desquitado su precio y procedió a planear su siguiente paso. * * * Isabel parpadeó un par de veces y se dio cuenta de que seguía afuera de su casa. Se pasó la mano para tratar de comprender qué había ocurrido, y pronto la respuesta le llegó a la cabeza: el uber se había tardado en llegar y por lo tanto, había decidido mejor aplazar su cita. Cansada, Isabel suspiró y decidió regresar a su casa, pero en eso, una corriente de aire se soltó y un escalofrío le recorrió el cuerpo al sentir frío “allá” abajo. Había elegido una mala noche para decidir no ponerse pantaletas.

Una llamada telefónica despierta la sensualidad entre dos amantes separados por la distancia. 

La historia explora la intimidad y el éxtasis sensorial en una danza telefónica única. Version para imprimir En la penumbra acogedora de mi salón, me encontraba tendida en el sofá, rodeada de una atmósfera impregnada de sensualidad. La luz tenue de las lámparas creaba sombras danzantes en las paredes, destacando la suavidad de la seda roja que envolvía mi cuerpo y la sugerente oscuridad de las medias que acariciaban mis piernas. El mobiliario del salón se iba a convertir en testigo silencioso de este encuentro íntimo. Cada mueble parecía haber sido dispuesto estratégicamente para potenciar la sensualidad del momento. El sofá, con sus suaves cojines, se convertía en el escenario perfecto para dejarse llevar por la complicidad que se avecinaba. El teléfono fijo reposaba sobre la mesa auxiliar, su presencia discreta pero intrigante. La carcasa roja del teléfono se fusionaba con la tonalidad de mi blusa, mientras que el cordón negro caía de manera sugerente, emulando la sensualidad de las medias que abrazaban mis piernas. Las cortinas, apenas entreabiertas, dejaban filtrar la luz de la noche, creando una ambientación íntima que invitaba a la confidencia y al descubrimiento mutuo. El susurro del viento en el exterior se mezclaba con la melodía suave que emanaba de la sala, creando una banda sonora única para este momento de complicidad. Fue en este escenario, donde los detalles de la decoración se convertían en cómplices de la sensualidad, que el teléfono comenzó a sonar. La melodía del teléfono resonaba en el ambiente, creando una especie de preludio íntimo. Al contestar la llamada, la voz conocida de mi amante se filtró a través del auricular, convirtiéndose en un susurro cálido que llenó la habitación. Mientras yo yacía en el sofá, la seda roja de mi blusa acariciaba mi piel con cada movimiento, y las medias negras añadían una capa de misterio a la escena. El teléfono, con su cordón negro, se volvía el lazo que unía nuestros pensamientos y emociones a través de la distancia. La conversación fluía como una danza cautivadora, cada palabra pronunciada resonando con complicidad. Las pausas se volvían cómplices de susurros íntimos, y las risas compartidas se entrelazaban con el crujir suave de los cojines del sofá. La atmósfera se cargaba de electricidad, como si la conexión telefónica fuera un canal para liberar deseos contenidos. Mientras explorábamos el territorio de nuestras fantasías, los detalles del entorno cobraban vida. La luz de las lámparas realzaba la textura de la seda roja, creando un juego de sombras y destellos que acentuaba la sensualidad del momento. Cada palabra parecía tejer un lienzo de complicidad, pintando imágenes vívidas en la imaginación compartida. El tiempo se volvía un concepto abstracto, y en ese universo íntimo, solo existíamos nosotros a través de la línea telefónica. Las horas se desvanecían en una sinfonía de confesiones y suspiros compartidos. La conexión a través del teléfono se volvía un vínculo inmaterial pero profundamente tangible. Mis sentidos estaban agudizados, capturando cada inflexión de su voz como si fuera una caricia susurrada directamente en mi oído. Mientras la conversación avanzaba, los detalles del salón seguían nutriendo nuestra experiencia compartida. A medida que la conversación avanzaba, una corriente eléctrica de tensión sensual se apoderaba de la llamada. Las palabras, ahora cargadas con un matiz más íntimo, se volvían susurros seductores que acariciaban mis oídos. Cada pausa se llenaba de excitación, como si el mismo tiempo estuviera suspendido en un suspenso sensual. 

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no hago mucho ejercicio, mis pechos son 88, cintura 55, y mi trasero eso si es grande mi medida es 101 y bien paradito

Hace unos meses termine el bachillerato y entre a la universidad, estos días hace mucho calor estoy hiendo con ropa ligera. uno de estos días hacía mucho calor y tenía clases en la tarde tipo 3:00pm, ya eran las 2pm me vestí rápidamente busqué unas licras trasparentes y encontré una negra me puse esa, para la parte de arriba me puse una blusa corta de mangas y hasta encima del ombligo, y unas zapatillas rosadas. salí rápidamente, pero en el camino me percaté de que no traía tanga, me daba flojera volver a mi casa y continue hacia la parada del auto, como les conté de mi casa hacia la universidad tomo un minibús esos coches de 14 pasajeros en los que van sentado 3 personas por fila. Bueno pues me acerque a la parada no había auto y me puse a la fila, tras mío había un hombre en la fila de unos 55 años, estaba con mi celular en la mano viendo mensajes, pero mi compañero me llamo y se me cayó el celular en el suelo, para recogerlo tuve que agacharme y lo levante poco después me di cuenta y me acorde que no traía tanga y supuse que ese viejo de atrás me vio todo mi culito, ya que se me pegaba mucho. Poco después llego el minibús, apenas alcance a subir ese señor de 50 años se subió antes que yo, y yo ocupe el ultimo asiento por la puerta, justo para mi mala suerte en el asiento delante de él. Una cosa mas esa licra que traía era algo pequeña y transparente así que cuando me sentaba se bajaba un poco y quedaba al aire una parte de mi trasero, es decir se veía el inicio de mi culo. Buen pues estaba sentada ahí, pero otra mala suerte la espaldera de ese asiento justo de ese no tenia, estaba renegando, pero como ya estaba sobre la hora tuve que aguantarme, estaba sentada erguida hacia adelante, era de suponerse que ese viejo me estaba viendo el culo ya nada me importaba solo llegar a la U. bajando del minibús ese viejo me siguió hasta ala U, ese rabo verde lo hizo, me entré y ya no vi más. Bueno al otro día, era un viernes tenia clases igual por la tarde, pero esta vez igual que ayer, más allá de estar enojada por el minibús, me sentí en un momento muy excitada al saber que ese viejo me deseaba. Por lo que me puse esta vez una minifalda que tenía ahí muy corta que no me ponía desde cole, esta vez si usé tanga y una blusa muy cortita que se me veía todo mi vientre, fui hacia la parada del coche despertando en el camino las miradas de todos los hombres. Llegando a la parada me puse en la fila, esta vez otro viejo se me puso por detrás de la fila, era de unos 60 años alto, después de unos minutos llego el minibús, esta vez entre en el coche en la parte más atrás de ella en el rincón, ese viejo vino detrás de mi y se sentó a mi lado, en el camino yo descaradamente para excitarlo mas cruce las piernas para que vea mas mii culito ya que era grande, ya me tenia que bajar de coche, le dije permiso al viejo de mi lado, por que el tenia que bajarse también del coche para darme paso a bajar, pero el no se movió y me dijo pasas tranquila, no tuve de otra pase así mismo, pero lo que no me esperaba sucedió. Ese viejo asqueroso estaba con todas las intenciones de tocarme, me pare de mi haciendo incada hacia adelante intente pasar por delante de sus piernas, estaba pasando, pero como estaba incada hacia adelante note que mi trasero al descubierto roso completamente con su cara y el no se hizo para atrás, más al contrario hundió su cabeza entre mis nalgas y me dio un lengüetazo. No pude hacer nada y baje rápidamente, y ese viejo se quedo riendo. Baje del coche estaba algo aturdida por esa sensación que experimente, algo que nunca imagine que me iba a pasar y poco después dije viejo asqueroso, pero poco después estuve toda la tarde en la U bien excitada y caliente. Me puse a pensar que: que hubiera pasado si no me hubiera puesto al tanga, ese viejo me hubiera lamido directamente en mi conchita, desde ese día no paro de pensar en que hubiera pasado. Al otro día me decidí a experimentar esa sensación del que hubiera pasado, por lo que me puse manos a la obra era domingo, 12:00pm decidida a cumplir mi fantasía, Sali de mi casa vestida como una puta (me pude un vestido azul como faldita por la parte de debajo, la faldita apenas me cubría mi trasero, pero esta vez me quite apropósito mi tanga), tome un taxi y llegue al centro comercial, cuando iba entrando todos los hombres me miraban morbosamente, creo que jamás vieron un culo tan rico como el mío. Ya haciendo compras estaba algo excitada, me percate de que en el pasillo de mermeladas y embutidos había un señor de unos 60 años viejo y arrugado solo escogiendo sus compras, por lo que me puse manos a la obra, me fui por donde estaba el, me pase por su lado y delante de el quería alcanzar una mermelada que estaba hasta arriba del estante no podía alcanzarlo (todo era parte del plan para excitarlo y prenderlo al señor), el me dijo ¿lo ayudo señorita?, a lo que yo le respondí: si por favor señor quiero alcanzar esa mermelada, el intento alcanzarla pero tampoco pudo. A lo que yo le dije: señor yo la puedo alcanzar, pero usted me tiene que levantar de la cintura, a lo que le dijo: está bien señorita, (yo estaba feliz y caliente, mi plan estaba marchando bien), el me agarro de la cintura y me levanto, ya que yo solo peso 55kg super liviana lo que si es que mi trasero es enorme, el me levanto hasta poner a la altura de su cara mi trasero, yo como no estaba satisfecha me moví mas de lo debido a esos movimientos mi vestido se subió hasta la altura de mi cintura, yo ya me había percatado pero fingí no darme cuenta de nada, lo que si sabía es que ese viejo podía ver toda mi panchita ya que no traía tanga. Estaba mas caliente, a lo que viejo me dijo ayyy mamacita estas super rica como quisiera lamerte el culo, a lo que yo le respondí pues hazlo, acto seguido em lo lamio bruscamente tanto haci que metio toda su lengua en mi ano y vagina. Pero le dije acá no vamos al baño a lo que el acepto y nos fuimos corriendo rápidamente. Ya en el baño me desnude, el también e desnudo el traía toda la polla bien hinchada, le quite su boxer y lo que imaginaba tenia la polla mas erecta que vi media como unos 18 cm, y era gorda, le dije me vas a lastimar con esto, a lo que el me dijo te la meteré como para que te guste. Me empezó a lamer los pezones después la vagina y el ano incluso, me puso en cuatro y me la metio no pude imaginarlo me partió en dos solté un quejido ayyyyy ahyyyyyya yyyy, ahhhh,ahh, se sentía rico ahí adentro se empezó a mover y yo estaba como loca ahí sin saber que hacer, posteriormente me puso boca abajo me abrió el ano y lo que no me esperaba es que me la partió en dos, empezó a moverse como un loco, yo empecé a gritar de dolor ayyy para ayy para por favor, pero el no paraba, poco después me empezó a gustar ya estaba bien abierta, y así estábamos unos minutos hasta que se vino adentro de mi ano muy caliente. Nunca olvidare ese día del centro comercial como me volví una puta de los viejos verdes, hoy en día sigo excitando a los viejos por que me provocan un morbo jodido.

Yo tenía unos treinta años y por asuntos de trabajo, hablaba mucho con una chica que era una cliente. Con la toneteria poco a poco nos fuimos conociendo, tenía 45 años y se había quedado viuda hace un par de años. Yo como he dicho tenía 30 años y salía mucho con amigos de fiesta, chicas no faltaban, no muchas, pero consistía en follar rápido y sin más. Un día nos decidimos a quedar, no nos habíamos mandado ninguna foto ni nada, así que no sabíamos cómo éramos. Quedamos en un bar, diciendo yo voy a llevar esto y tu esto para conocernos. No nos hizo falta, nada más vernos creo que hubo una conexión y nos reconocimos. Era una chica alta como yo, yo mido 1,80, rubia, con el pelo suelto, rizado y vestía un vestido corto muy ligero. Yo creo que me la habría follado en ese mismo instante. Nos caimo bien desde el primer momento, estoy seguro de que había tensión sexual durante la cena. Luego fuimos a tomar una copa y cada vez que nos acercábamos para hablar mi polla con el roce de sus piernas se me iba poniendo más dura cada vez. En un momento dado que me acerque a su oreja a decirle algo, su mano rozo mi entre pierna, y estoy segura de que noto mi polla como estaba porque puso sonrisa y cara de deseo, acercándose más a mi lado para rozar nuevamente con la mano mi polla. Se me acerco al oído y me dice “estoy muy mojada” imaginándome tu polla como está” Yo no había estado nunca con una chica tan abierta en temas de sexo, siempre había llevado yo la iniciativa, ¡¡¡así que me quedé bastante sorprendido!!! Y cortado. Se dio la vuelta sonriendo y me puso el culo rozando mi polla al son d ela música. Puff, mi polla estaba a reventar, me salió el preseminal porque notaba la humedad en is calzoncillos. Al rato me dijo que podíamos si quería ir a su casa, que estaba muy cerca, así que andando llegamos asu portal, llamamos al ascensor, y hay nos soltamos del todo, nos comíamos la boca, las lenguas, le toque las tetas por encima del vestido, eran pequeñas, pero sentía sus pezones enormes y duros. Ella euperaipdo me bajo la cremallera y me saco la polla, diciéndome que la quería oler y chupar……..se puso de rodillas y lo hizo, Se podía abri la puerta del ascensor de un momento a ootro y algún vecino la pillaría así, pero le daba igual………se meteio toda mi polla en su boca…le gustaba chupar……morder…….meteresela entera………yo estaba que no me lo creía y aguantando no correrme……….se abrió la puerta del ascnsor, se puso de pie, y con mi mano en su polla me llevo hasta elinterior de su casa………. Donde no puede más y le metí la mano bajo su falda, donde me lleve una sorpresa porque no llevaba NADA, dios creo que me habría corrido en ese momento de lo excitado que estaba…. Le toque por encima el coño, no lo tenía depilado pero intuí que lo llevaba muy aregladito……..toque su clítoris……..ufffffffff……..y baje al agujero de su coño…….joder como estaba, mojado no , mojadisimo…..le metí un dedo, luego dos y acabe metiéndole cuatro, moviéndolo rápido. Ahí estábamos de pie, ella pajeándome la polla, y yo con mis dedos en su coño. Hasta que no pudo más y se corrió en toda mi mano, suspirando y gritando, dios como me puso la mano de su orgasmo, Saque la mano de donde estaba, y me la lleve a la boca, uummmm, estaba salada y con un olor, ufffff, me vio lo que hacía y me chupo la mano también, lo que hizo que me excitara mucho y me saliera un poco de semen de la polla y ella lo notara en su mano. Se la llevo a la boca y también chupo el poco semen que me había salido. Siempre me han gustado las chicas que no tengan ascos a nada en el sexo y que les guste comerse mi leche caliente. Con su mano aprtando mi polla, me llevo al sofá, me hizo sentarme, bajo los pantalones, el calzoncillo, y me dijo “te voy a hacer la mejor mamada de tu vida”, ufff, yo después de la excitación de toda la noche y encontrarme por fin con una mujer tan decidida en el sexo, no estaba para mucho. Se puso a chuparme el capullo, a succionarlo, lo recorría con su lengua, mientras su mano bajaba y subía por mi toda polla. Se echo saliva en la mano para que resbalara mejor. Poco a poco fue me metiendo mi polla más y más adentro, no es que la tenga muy grande, pero sí que es bastante gorda cuando está a 1000. Hasta que se la metió entera, aguantado un tiempo con ella en su garganta……..dios que bueno…..así me estuvo haciendo eso durante un buen rato, la sacaba y la volvía a meter, llenando mi polla de saliva, empapada entera. De repente me hizo ponerme más cómodo en el sofá, me cogió las piernas y me las abrió., mirándome a los ojos y pajeando mi polla. La recorrió entera, chupo mis huevos y de repente note su lengua en mi culo, chupándolo entero y metiendo su lengua en él. Diosss, eso no me lo había hecho nunca y la verdad que tengo que decir que me gustaba mucho. Su mano subiendo y bajando por mi polla y su lengua saliendo y entrando de mi culo, y lo mejor de todo era verle la cara de que a ella también le gustaba hacerlo, tenerme a su disposición y hacerme lo que quisiera. Saco su lengua de mi culo, e chupo un dedo y me metió la punta en el culo, joder, yo creo que mi polla se puso más dura todavía, me lo metía y sacaba mientras me chuaba nuevamente la polla, uff, como me gustaba eso…….me miro y me dijo “quiero todo tu semen en mi boca”, con eso ya no puede más, le cogí la cabeza con mis manos para follarla la boca, ya no podía más…………di dos fuertes sacudidas, oí como se atragantaba con mi polla y………… me corrí dentro, ufff, que bueno, no dejaba de salir leche con cada espasmo, saliendo por la comisura de sus labios y ella sin dejar de comer todo lo que salía. Siguió chupando y chupando, le encantaba mi leche, mi polla. Limpiándomela toda y tragando lo que se había salido. Se levantó con cara de viciosa y me preguntó si me había gustado, NO PUDE CONTESTAR.