
¡Es hora de dejarse llevar! Se dice que este mandato, que resuena en todas partes como un mantra, es la clave de nuestra serenidad. Pero soltar no es fácil He aquí algunos consejos que te ayudarán a liberarte de la presión y a distanciarte de los altibajos de la vida.
Antaño coto privado de los entusiastas del desarrollo personal, «dejar ir» es ahora una palabra de uso común. Todos la hemos oído alguna vez: » ¡Deja de estresarte, suéltate!
Este consejo bienintencionado es obviamente acertado. Pero es importante entender qué es soltar y cómo hacerlo.
¿Qué es dejar ir?
Dejar ir engloba muchos conceptos.
En pocas palabras, soltar significa liberarnos de nuestros miedos, tanto conscientes como inconscientes.
Significa aprender a actuar sin forzar los acontecimientos. Significa aceptar lo que no se puede cambiar. También significa aprender a confiar en nosotros mismos y a tener fe en la vida.
Dejar ir significa liberarse de las construcciones mentales que nos limitan. Soltar significa vivir el presente, sin nostalgia del pasado ni preocupación por el futuro.
En definitiva, significa redescubrir la libertad del espíritu, pues donde hay verdadera libertad, hay paz.
Dejar ir no es en absoluto sinónimo de pasividad, ni siquiera de fatalismo. Ni mucho menos
Dejar ir nos invita a avanzar en nuestra vida, de acuerdo con nuestros deseos, nuestras necesidades y nuestras intenciones más profundas, pero sin forzarlo, sin tratar de obtener el control sobre los acontecimientos o sobre quienes nos rodean.
Al soltar, nos damos cuenta rápidamente de que la vida se vuelve más fluida. No impide que experimentemos reveses y desilusiones, pero nos anima a dar un paso atrás.
Soltar tiene muchos beneficios: respiramos mejor sin esa sensación de miedo u opresión. Abrazamos la vida a pesar de sus imperfecciones y, sobre todo, tomamos los acontecimientos tal y como vienen sin caer en un pozo de emociones.
Consejos para aprender a soltar
– La perfección no existe
Aceptar que no podemos dominarlo todo y que no tenemos todas las respuestas requiere una buena dosis de humildad. ¿Y si, al final, empezamos por eso?
Integrando el hecho de que no somos perfectos, de que no tenemos poder sobre todo, de que nuestras creencias y juicios pueden literalmente encerrarnos y congelarnos.
Ante todo, soltar significa aceptar nuestra propia vulnerabilidad, mirándonos con ojo benevolente.
Nuestra sociedad nos empuja a ser los mejores en todo lo que hacemos. ¡Basta! Soltar también significa tener derecho a no ser la Mujer Maravilla o Superman, luchando en todos los frentes. Porque la vida no tiene por qué ser una batalla..
– Tómate tiempo para ti
¿Conoces esta frase de Mijail Bulgákov, escritor ruso del siglo XX? A quien se toma tiempo nunca le falta.
Desde hace años, todo se acelera. Vamos de un lado para otro como locos, y tenemos la desagradable impresión de que no gestionamos bien las áreas esenciales de nuestra vida.
Haciéndonos pausas regulares, nos permitimos respirar mejor y escuchar nuestras necesidades esenciales. Estos apartamientos de nosotros mismos nos vuelven a centrar. Nuestra energía se canaliza mejor.
¿Cuál es el resultado? La fatiga se reduce, y el estrés ya no puede persistir.
Lo ideal es tomarse cinco minutos cada hora, sólo para uno mismo.
Pronto notarás que estás mucho más presente y centrado en las tareas que tienes entre manos.
– Definir lo esencial
A menudo se nos pide que hagamos todo tipo de cosas, y a veces, cuando estamos cansados, no podemos distinguir entre lo que es esencial y lo que es secundario.
Durante tu tiempo de inactividad, coge una hoja en blanco y haz una lista de lo que es importante para ti: hijos, cónyuge, trabajo, casa….
Tenemos la molesta costumbre de intentar gestionarlo todo, y al final, con un poco de retrospectiva, nos damos cuenta de que al dispersarnos demasiado, no estamos siendo eficientes.
Volver a centrarnos en lo que es más importante para nosotros (hijos, cónyuge, trabajo) nos permite ir directamente al grano. Aprendiendo a delegar ciertas tareas que nos agobian, nos liberamos de las cargas que solían estropearnos la vida.
Dejándonos llevar tan a menudo como sea posible, recuperamos gradualmente la energía que perdimos luchando contra el mundo exterior.
Para profundizar más en el tema, aquí tienes un libro muy interesante sobre dejar ir:
– « 50 exercices pour lâcher prise, de Paul-Henry Pion, publicado por Eyrolles.