Seamos francos: ¿los hombres y las mujeres proceden realmente de dos planetas diferentes? Nos guste o no, nuestras diferencias forman parte integrante del juego de la seducción, de los conflictos cotidianos y, sobre todo, de ese delicioso misterio que hace tan atractivo al otro sexo. Entonces… ¿Conoces esas diferencias entre hombres y mujeres que nos exasperan tanto como nos fascinan?
Foto Yankrukov
Basta una comida con amigos o una discusión en pareja para que aparezcan esas famosas frasecitas: «Vosotros los hombres…», «Eso es lo que piensa una mujer…». Aunque estos tópicos a menudo nos hacen sonreír, o incluso encogernos de hombros, revelan algunas verdades psicológicas, conductuales y emocionales muy reales.
Vamos, seamos sinceros por un momento: ¿quién no se ha reído (o suspirado) ante esos pequeños malentendidos que hacen que las relaciones entre hombres y mujeres sean tan deliciosamente complicadas? ¿Quién no ha soltado alguna? Quien no haya pecado nunca, que tire la primera piedra.
1. La comunicación, ese gran misterio
Ya conoces el clásico: a la dama le gusta hablar, analizar y descifrar, mientras que el caballero prefiere resumir, resolver y seguir adelante. Cuando una mujer dice: «¿Podemos hablar?», el hombre suele oír: «¿Qué he hecho yo ahora? La mujer espera un diálogo, mientras que el hombre busca una salida.
¿Qué mujer no ha visto a su pareja masculina con la mirada perdida tras diez minutos de intensa conversación sobre sentimientos y emociones? Vamos, reconócelo, te conozco…
2. Emociones, el campo minado
Por un lado, las mujeres suelen expresar sus emociones como una sinfonía de Beethoven: complejas, ricas y variadas. Los hombres, en cambio, tienden a tocar la melodía simple pero eficaz de «estoy bien» o «sólo estoy cansado». Pero, claro, ¡a nadie engañan!
Para ilustrar mi punto de vista, considere lo siguiente. Pregúntale a un hombre por qué está callado y responderá simplemente «Por nada» (¿eres uno de ellos?). Pregúntale a una mujer por qué está callada, y es muy posible que desencadenes una disertación filosófica sobre sus sentimientos más profundos. Va a ser larga…
Ah, ¡ya te veo sonreír!
3. La relación con el sexo, una cuestión de tiempo
Es bien sabido que para los hombres el deseo puede ser inmediato: una mirada cómplice basta para encender el fuego. Con las mujeres, sin embargo, a menudo se necesita tiempo, juegos preliminares y contexto. La seducción es un poco como preparar un buen plato: a los hombres les gusta el microondas, las mujeres prefieren la cocción lenta a fuego lento.
Caballeros, un pequeño consejo de una mujer: cuando te dice que quiere romance, no significa necesariamente un ramo de rosas cada noche… Sino más bien un ambiente propicio a la sensualidad. Así que apaga el smartphone y enciende unas velas. Y no te quejes, porque tú también vas a disfrutar.
Foto Anna Pou
4. La multitarea, o el arte femenino mal entendido
Las mujeres hacen malabarismos de forma natural para realizar varias tareas simultáneamente: responder correos electrónicos, gestionar la cena, cuidar de los niños. Los hombres, en cambio, suelen operar en modo compartimentado: una cosa a la vez.
Observa a un hombre viendo la televisión e intenta mantener una conversación seria con él al mismo tiempo: el éxito no está garantizado. ¿Me equivoco? Por supuesto que siempre hay excepciones, ¡afortunadamente! Pero para la norma, la mayoría de las veces…
5. Intuición femenina frente a pragmatismo masculino
Las mujeres parecen tener ese misterioso radar emocional que les permite captar señales sutiles. Los hombres prefieren los hechos, las cifras y lo concreto. Así que, señores, no, su pareja no puede leerle la mente, pero casi puede…
«Siento que algo va mal», dice ella. Él responde, perplejo: «Pero la nevera está llena, las facturas están pagadas…». Al mismo tiempo, es este pragmatismo el que tranquiliza a la mujer. Nos complementamos bien.
6. Ir de compras, el eterno dilema
Para una mujer, ir de compras es una aventura, una exploración. Para un hombre, suele ser una operación comando: rápida, eficiente, con la garantía de salir por la puerta en menos de diez minutos. Personalmente, me gusta cuando es eficiente. Prefiero dedicar mi tiempo a otros placeres. Y pedir por Internet me ha ahorrado una cantidad de tiempo increíble. Lo digo yo, que entiendo lo que quiere…
Compara el tiempo en una tienda para cada uno, y para qué sirve. Sí, hasta yo suspiro… Aun así, las cifras muestran un aumento del interés del género masculino por las compras y el bienestar.
7. Amigos: entre las discusiones íntimas y la complicidad silenciosa
Las mujeres hablan abierta y detalladamente con sus amigas sobre sus emociones y su vida íntima. Incluso me atrevería a decir que con todo lujo de detalles. Al límite de lo quirúrgico. Los hombres, en cambio, suelen comunicarse a través de la acción o sentados uno al lado del otro viendo un partido de fútbol.
¿Cuántas veces has contado con detalle tus problemas de pareja a tus amigos? Eso es, exactamente…
8. Estrés: ¿luchar o compartir?
Ante el estrés, los hombres suelen preferir refugiarse en sus «cuevas» para reflexionar a solas, mientras que las mujeres suelen buscar apoyo y consuelo en quienes les rodean.
Un ejemplo: El Sr. desaparece misteriosamente en su taller para reparar un objeto inútil cuando está estresado, mientras que la Sra. coge el teléfono para llamar a su mejor amiga.
9. Globalidad masculina frente a atención al detalle femenina
Los hombres suelen ver las cosas como un todo, mientras que las mujeres se fijan en los detalles más pequeños. Un hombre notará vagamente un nuevo atuendo tras una hora de asistencia, mientras que una mujer identificará inmediatamente un nuevo corte de pelo o incluso un mínimo cambio de maquillaje.
Pero ¿sabía que la visión es una cuestión de orígenes? ¿Y que se remonta a la Edad de Piedra? Como, por ejemplo, el hecho de que los hombres tengan una vista aguda porque cazaban, mientras que las mujeres ven más a los lados porque vigilaban la cueva. Te dejo que investigues si te interesa.
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10. La rutina masculina frente al amor femenino por la variedad
Los hombres suelen disfrutar de sus pequeñas y cómodas rutinas: el mismo restaurante, el mismo postre, la misma marca de camisas. Las mujeres, en cambio, buscan constantemente explorar y diversificar sus experiencias.
Caballeros, admítanlo: podrían llevar el mismo modelo de reloj toda la vida. Señoras, ¿cuántos bolsos tienen en su armario? Ésa es la diferencia.
La última palabra
Señores, estas diferencias les irritan y les intrigan, pero seamos sinceros, también les seducen. Después de todo, ¿quién querría un mundo sin ese pequeño toque de locura, incomprensión y encanto que sazona nuestras relaciones? Así que abracemos nuestras diferencias con humor, ternura y, sobre todo, ¡mucho amor!
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