El estudio «Brasil es el país del sexo», realizado por el sex shop Miess, subraya que esta práctica es más frecuente entre las jóvenes brasileñas. Después de todo, una buena fiesta sexual, ¡relaja!
El 6 de septiembre es el Día del Sexo en Brasil. Creado en 2008 para concienciar sobre la importancia del uso del preservativo y de romper tabúes en las relaciones, la fecha es siempre recordada en las redes sociales. Una observación particular sobre el tema: un gran número de personas simulan orgasmos.
Según la encuesta Brasil é o País do Sexo, realizada por el sex shop Miess, el 62,9% de las brasileñas tiende a simular orgasmos durante el sexo. Las que nunca lo han hecho son el 26,7%. Esta práctica es más común entre las mujeres de 25 a 35 años. Una encuesta también indica una incidencia de falsos orgasmos que disminuye con la edad, volviéndose extremadamente rara después de los 46 años. Según el estudio, esto se debe a que la madurez hace que el deseo de placer sea más visceral y sincero.
¿Por qué las mujeres fingen los orgasmos?
Realizada en el Reino Unido, la encuesta Archives of Sexual Behavior arrojó un resultado alarmante: sólo el 35% de las mujeres heterosexuales encuestadas consiguió correrse durante el acto sexual. Además, el 75% tuvo falsos orgasmos, una cifra cercana a la de las brasileñas.
Según Miess, varios factores contribuyen a esta situación. El principal es la dificultad para alcanzar el clímax, que puede llevar tiempo. Y, en muchos casos, la pareja tiene dificultades para conseguir que la mujer llegue al clímax durante el acto sexual.
Esto está relacionado con otra justificación dada por las mujeres del estudio: el aburrimiento. Para la psicóloga y sexóloga Erika de Paula, la principal razón femenina para fingir orgasmos es acabar con el sexo insatisfactorio. «Aunque cada vez es menos frecuente, porque se da más prioridad al placer femenino, desgraciadamente muchas mujeres siguen fingiéndolo», afirma.
Entre otras razones señaladas por el estudio están la inseguridad y el deseo de complacer a la pareja. Al fin y al cabo, existe el concepto de que el sexo no puede terminar sin un orgasmo. «Existe la idea de esa eyaculación completa con sonidos, que muestra un sexo satisfactorio, y no es real», explica la sexóloga Julia Cepeda, de la plataforma Share Your Sex.
Otros factores descubiertos por la encuesta de Miess son la dificultad para llegar al orgasmo e incluso no saber lo que es, no haberlo alcanzado nunca. Según Érika, si estas dificultades son recurrentes, se recomienda llamar a un profesional para que investigue las causas.
¿Y cuando la pareja percibe el falso orgasmo?
«La persona es responsable de su orgasmo y la otra persona le ayudará a encontrarlo», explica Érika. Así, apunta al autoconocimiento para que la mujer entienda qué es lo que la satisface sexualmente. Y, por supuesto, la comunicación con la pareja.
En otro sesgo, el estudio también señala que la mitad de los hombres puede identificar cuando la mujer simula el orgasmo. Entre las señales que les ayudan a entenderlo están el lenguaje corporal, la ausencia de contracciones e incluso sonidos como gemidos y llantos.
Esto puede causar malestar en la pareja, dando lugar a peleas innecesarias. Y cuando el hombre no se da cuenta, perjudica la calidad del sexo. «La pareja no sabe que estás fingiendo y, la próxima vez, hará lo mismo y esperará que llegues al clímax cada vez y seguirá fingiendo», dice Cepeda.
Y los hombres, ¿fingen tener orgasmos?
A pesar de que el acto de fingir un orgasmo es más común entre las mujeres, se equivocan quienes creen que los hombres no lo hacen. Según el estudio Miess, el 25% de los hombres encuestados adoptan esta práctica. Sí, ¡los hombres también pueden fingir para acabar antes!
La sexóloga Paula Napolitano explica que el motivo es la gran presión que sufren los hombres para mantener relaciones sexuales, ya sea para tener siempre deseo sexual o para alcanzar orgasmos.
Hay más hombres que experimentan esto de lo que se piensa. Entre ellos está John (nombre ficticio), de 33 años: «Siempre tuve prisa por tener una vida sexual activa. Como siempre fui tímido, tardé en empezar a practicar sexo y, por desgracia, mis parejas no eran pacientes con un chico que aún estaba aprendiendo», dice.
Para él, esta impaciencia con las primeras parejas y la comparación con la pornografía fueron factores que complicaron el comienzo de su vida sexual. «El sexo en la pornografía muestra una visión poco realista y eso me hizo tener una visión completamente falsa sobre el tema. Me sentía ansioso y aprensivo por no ser igual que los actores. con una mujer más abierta», relata. Cuando empezó a sentirse más cómodo con el rendimiento sexual, John tropezó con otro tabú: la necesidad de llegar al orgasmo.
«Tenía una compañera con la que no podía tener un orgasmo y se sentía muy incómoda», recuerda.
Paula Napolitano señala que no disfrutar o no alcanzar el orgasmo es un tabú equivalente a la burla. Como consecuencia, muchos hombres evitan hablar de ello. «Lo que hace que los hombres eviten hablar de ello es la acusación: ‘no me quieres’, ‘no tienes placer conmigo'», explica la sexóloga.
Para ella, todo esto se soluciona con una buena conversación, y John está de acuerdo. «Alguna vez he notado un orgasmo fingido y era incómodo. Además, puede dar a la persona una falsa idea de lo que me gusta, lo que sólo empeorará las cosas en futuras relaciones. Prefiero ser transparente y hablar siempre», concluye.
También está el caso de los hombres que fingen para acabar antes, por aburrimiento. Porque si no pueden hacer la estrella de mar, pueden fingir que han llegado al orgasmo por su parte.
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